"A Rajoy no se le ha reconocido todavía la capacidad para perder unas elecciones generales por sí mismo. Al atribuir la derrota de las últimas a Aznar, él se quedó flotando en una especie de limbo. Tal es el origen de su desazón. Recuerda a esas almas en pena que vagan entre el más allá y el más acá porque han dejado en este mundo deudas que les impiden entregarse al descanso eterno. (...)Rajoy está desdibujado, borroso, desenfocado (además de permanentemente irritado, como si le picara algo), porque no pertenece al mundo de los que ganan ni de los que pierden. Tanto sus éxitos como sus fracasos son atribuidos siempre a las acciones de los otros, nunca a su mérito personal. Es secretario general del PP porque le colocó ahí Aznar, el jefe de planta, como el que cambia de sitio a un maniquí. Y él se dejó hacer sin dar un paso al frente o hacia atrás, sin subir ni bajar las escaleras, sin mover un músculo. (...)
Y luego está el asunto de los maitines, que empezamos a percibir como sesiones diabólicas en las que Zaplana y Acebes le visten, le anudan la corbata, le peinan la barba, le colocan la mueca de amargura eterna, le introducen la banda sonora sobre el fin del mundo y le abandonan en medio de la realidad. Hay semanas en las que la cuerda no le llega al viernes, y eso debería evitarlo porque evidencia su no ser, su no situación, su desenfoque. De continuar las cosas así, tampoco podrá perder de forma personal las elecciones de 2008 y estaremos en idéntica situación frente a las de 2012."
El análisis de Juan José Millás sin duda se ha revelado certero. Mariano Rajoy anuncia que se queda, introduciendo cambios en el equipo, dando a entender que él no es el problema de las concatenadas derrotas del Partido Popular.
Mariano Rajoy se presentó a las elecciones de 2004 lastrado por su pertenencia al gobierno de José María Aznar y durante cuatro años los españoles hemos comprobado cómo no era capaz de influir sobre su propia agenda política, ya que esta estuvo marcada sensiblemente por una temática alejada de los problemas reales de los ciudadanos: i) la falacia de la "rendición del Estado ante ETA" que incluía "la entrega de Navarra como moneda de cambio"; ii) el devaneo conspiracionista sobre la autoría y la intencionalidad del atentado del 11 de marzo y iii) la ímproba idea cacareada hasta la saciedad de "España se balcaniza".
Mariano Rajoy se encontró sin discurso al final de la legislatura: i) el proceso de paz no llegó a buen puerto pero esta ha sido la legislatura con menos muertos de toda la democracia y las detenciones de activistas de ETA han sido constantes. En Navara gobierna UPN -la franquicia del PP- con el apoyo del Partido Socialista; ii) la justicia dictaminó en un juicio modélico quiénes eran los responsables de la matanza del 11 de marzo; y iii) el proceso de reformas estatutarias culminó y España siguió incólume.
¿Pero quiénes determinaron ineluctablemente para Rajoy su agenda? Pues básicamente tres medios de comunicación (El Mundo, la Cope y Telemadrid), los mismos que ahora de manera farisea piden apresuradamente su dimisión. El tridente mediático no ha ocultado nunca su predilección para que Esperanza Aguirre opte presidir el Gobierno de España, hasta el extremo de enajenar políticamente a Rajoy con su radicalidad informativa y sus diatribas inverosímiles contra Zapatero.
Pero si algo está claro es que en el escenario político no solo juega un actor. Rajoy perdió las elecciones porque las planteó (o se las plantearon) en los siguientes términos: o Zapatero o yo. Y el PSOE, con el aval de cuatro años de gobierno y un sinfín de propuestas nuevas, convenció a los españoles que ante ese ultimátum del PP había que decantarse mayoritariamente por Zapatero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario