Su cínica mirada hacia el pasado
En declaraciones a RNE a finales del mes de enero, el candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, se despachaba de este modo en referencia a la Ley de Memoria Histórica: "es un error descomunal (…) no sirve para nada (… y) sólo genera enfrentamientos (…) Se lo dice alguien que tiene que ver con el franquismo lo mismo que con China (…) La principal preocupación de los gobernantes deberían ser los sueldos, en lugar de dedicarnos a la Memoria Histórica, las naciones y estas historias (…) la gente de la calle está más en las cosas de comer que en otras filosofías".Rajoy no quiso entrar a valorar otras declaraciones del europarlamentario del PP Jaime Mayor Oreja al periódico La Voz de Galicia, en las que a la pregunta ¿no considera pertinente condenar el franquismo? contestó: "No, por muchas razones. ¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo si hubo muchas familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad? (…) Algunos dicen que las persecuciones en los pueblos vascos fueron terribles, pero no debieron serlo tanto cuando todos los guardias civiles gallegos pedían ir al País Vasco. Era una situación de extraordinaria placidez (… el franquismo) forma parte de la historia de España (…) Como voy a condenar lo que, sin duda, representaba a un sector muy amplio de españoles".
Estas declaraciones no hacen sino corroborar el continuismo que sectores del PP hacen del franquismo, precisamente los grupos más ultraconservadores que se están imponiendo a los centristas tanto a la hora de configurar las listas electorales como de lanzar las propuestas programáticas del Partido Popular.
Y es que, en el asunto de la Memoria Histórica, una parte del PP no puede evitar el odio hacia la extensión de los reconocimientos públicos a la mitad de España que quedó postergada al olvido e injustamente discriminada respecto a los vencedores de la guerra. La Ley de Memoria Histórica trata de eso, ni más ni menos.
En otra ocasión había dicho Rajoy, con su habitual cinismo y sarcasmo, que no hay que mirar atrás porque “en realidad lo único que encontrará son españoles desdichados por igual”. No es verdad, pero no voy a entrar a valorar esta equidistancia que plantean ciertos sectores del PP para tratar de equiparar y en último caso, negar. Lo que quiero traer hoy aquí es precisamente ese cinismo del PP a la hora de adscribir la reapertura de heridas exclusivamente a la izquierda.
Miren, el 28 de octubre de 2007 la Iglesia Católica beatificó a 498 “mártires que dieron su vida por amor a Jesucristo en España durante la persecución religiosa de los años treinta del pasado siglo XX”. Algunos pondrían muchas objeciones a dicha beatificación, pero yo no voy a hacerlo porque considero que debe respetarse como decisión de las jerarquías religiosas de Roma. No conozco los “motivos” que llevaron al asesinato de dichas personas, pero los condeno de manera rotunda pues nada los justifica. Lo que no entiendo es como una organización religiosa, y que por ende debiera ser apolítica, se permite seleccionar y beatificar sólo a los asesinados por la represión del llamado bando republicano, cuando se dieron también bastantes casos de curas asesinados por los alzados o nacionales. Tampoco estaría de más que la Iglesia hiciese reflexión sobre los muchos religiosos que apuntaron con el dedo para ordenar fusilar o pasear, o ensalzase públicamente a los obispos o sacerdotes que suplicaron y pidieron por la no ejecución de personas de izquierdas, salvando a muchos y siendo desoídos también en numerosas ocasiones.
Pero vuelvo al tema que me ocupa, y es, reitero, el cinismo de los populares, poniendo un ejemplo cercano como muestra de que muchos de ellos llevan puesto un retrovisor en el que sólo siguen viendo a los caídos por Dios y por España. De aquellos casi 500 beatificados, dos eran oriundos de la localidad leonesa de Castilfalé, los cuales, ante el anuncio de Roma, fueron declarados hijos predilectos en Asamblea Vecinal el 24 de noviembre. El 11 de diciembre de 2007 se les dedicó un monolito en la plaza Mayor de la localidad, previa celebración de un acto institucional en el Ayuntamiento y una misa en la parroquia.
A estos últimos actos acudieron los siguientes cargos públicos del Partido Popular: Eduardo Fernández, Delegado Territorial de la Junta de Castilla y León; Antonio Silván, Consejero de Fomento de la Junta de Castilla y León; Juan Martínez Majo, alcalde de Valencia de Don Juan y entonces Presidente en funciones de la Diputación de León; los procuradores en las Cortes de Castilla y León Javier García-Prieto, Ana Rosa Sopeña y Concepción Mallo; la alcaldesa de Castilfalé, Purificación del Valle.
Los asesinatos de los carmelitas Ovidio Fernández Arenillas y de Nazario del Valle González pueden y deben condenarse. Lo ha hecho la Iglesia, como confesión religiosa a la que servían. Lo ha hecho el Partido Popular a través de instituciones (Ayuntamiento de Castilfalé) y de sus cargos públicos. Nadie les criticó por convocar aquellos actos. Nadie acusó a la alcaldesa, sobrina de uno de los represaliados, de utilizar a la institución que preside, ni si quiera se le criticaron frases como la que dijo en el propio Ayuntamiento: “en ese día tan especial en el que celebramos el reconocimiento oficial de la Iglesia al valor y compromiso con la Fe Cristiana”, a todas luces fuera de lugar en un Estado aconfesional. Se les respetó y se les respeta. Sólo se les pide ese mismo respeto y consideración hacia las familias que desean recuperar y honrar a sus víctimas del mismo modo, sin rencor y sin venganza.
I
Javier Revilla Casado.
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