Desmontemos una estrategia infame
Haciendo uso de la libertad, tan maltratada durante tantas singladuras y no demasiado preservada en los tiempos que corren, deseo expresar algunos pensamientos bastante madurados sobre una cuestión trillada, pero que alberga demasiadas confusiones y yerros, seguramente por la deliberada actitud de quienes huyen de este debate como de la peste. Como se desprende con nitidez del título que encabeza estas palabras, trataré el enjundioso asunto de la autonomía leonesa o, mejor dicho, de la ausencia de autonomía leonesa. Y lo haré desde una posición meridianamente socialista, desde convicciones progresistas e igualitarias.
En estas líneas la intención primordial es aportar razones y datos elocuentes para emprender un camino cuyo afán central no puede ser otro que desmontar una infame y dañina estrategia que ha venido llenando nuestros lares de inmundicia y degradación. Todos sabemos que algunos socialistas, amigos de la oscuridad y la manipulación, han desarrollado con habilidad la eficiente maniobra de asociar la reivindicación de la autonomía para la región leonesa con el nacionalismo o con teorías comunitaristas; han querido inocular en la mente de los ciudadanos que hablar de autonomía para León es propio de conservadores, de carcas nacionalistas y de atrasados defensores de derechos colectivos y de entidades metafísicas y patrioteras. Han pretendido, en definitiva, identificar la lucha cívica por la constitución de una comunidad autónoma leonesa con un posicionamiento alejado por completo del socialismo.
Para llevar a buen término esta inteligente y artera táctica no han escatimado comparaciones gratuitas y falsas: sois como los nacionalistas vascos; sois cavernícolas; utilizáis la historia cual dementes independentistas; queréis la segregación como el PNV; y un abultado etcétera de interesadas patrañas y lamentables embustes tan tendenciosos como reprobables. Como en toda tierra de garbanzos, en este variopinto e inverosímil grupo de “castellanoleoneses”, de defensores de la continuación de “Castilla y León”, existen algunos cuantos más razonables que, al menos, se preocupan por pedirnos argumentos, por demandarnos alguna explicación de nuestra postura. Como digo, estos muestran un mayor sentido común, pero no deja de ser gracioso y paradójico: los que deberían explicar el sinsentido de “Castilla y León”, quienes deberían desentrañar y aclarar los tejemanejes, las medidas antidemocráticas, los intereses y las inmoralidades que se cobijan detrás de la creación ficticia de “Castilla y León”, son los que nos emplazan a explicar por qué queremos que la región leonesa sea tratada como las demás regiones españolas, por qué anhelamos que se desuna de una vez lo que unos cuantos desgraciados políticos decidieron juntar, machacando y triturando la historia, la igualdad, la justicia, la voluntad mayoritaria de los ciudadanos leoneses, la Constitución Española de 1978, el sentido común, la racionalidad…Esto es el mundo al revés: los que cometen el delito exigen explicaciones a las víctimas y, para más crueldad, las hacen pasar por culpables de querer desmontar la delictiva invención que tanto daño ha causado.
Como señalaba con anterioridad, el pilar nuclear de los socialistas que siguen apostando por la existencia política de la comunidad autónoma de Castilla y León es que defender la autonomía para la región de León (y, por ende, la autonomía para la región castellana del norte, Castilla la Vieja, de toda la vida) es definitorio de teorías e idearios nacionalistas y absolutamente ajeno a los presupuestos socialistas o a planteamientos progresistas. Aquí radica la trampa; esta es la artimaña utilizada por los socialistas "castellanoleonesistas" para negar la autonomía para la región leonesa.Es una estrategia que cala con facilidad en los ciudadanos de la calle que no se detienen a analizar los mensajes que reciben y que, por ello mismo, tienden de manera natural a efectuar una simplificadora asociación de ideas: “si los vascos se quieren separar de España y los leoneses se quieren separar de Castilla, entonces los leoneses son iguales que los vascos; como los vascos son nacionalistas, los leoneses, también; como los nacionalistas vascos están mal vistos porque lo quieren todo para ellos, pretenden imponer su lengua y su ideario y quieren romper España, los nacionalistas leoneses tienen que estar mal vistos igualmente porque son insolidarios, pretenden rescatar e imponer su lengua y sus ancestrales costumbres y quieren romper Castilla y León”. Con esta base, los socialistas “castellanoleonesistas” tienen más de la mitad del trabajo hecho. Para lo que queda, la Junta de Castilla y León se saca de la manga la Fundación Villalar, se introduce un poco de doctrina castellanoleonesa en las escuelas, se inventa la historia (es decir, se falsifica y se tergiversa), se denigra al “leonesismo nacionalista”, etc. y a seguir para adelante. Si a todo ello le sumamos el imprescindible apoyo de la conservadora y caciquil derecha castellanoleonesa, con sus máximas inmovilistas y reaccionarias: "El mapa autonómico está cerrado, no tiene marcha atrás", la victoria está asegurada.
Este es el núcleo esencial de la estrategia infame que contribuye poderosamente al silencio aséptico o a la desafección de los ciudadanos leoneses, lo cual constituye uno de los pasos indispensables para que Castilla y León siga caminando a sus anchas, con las inabarcables cantidades de inmoralidad, en todos los órdenes, que ese triste camino implica. En una posterior entrada intentaré plantear algunos puntos básicos con los que se puede ir desmontanto esta nociva estrategia.
Daniel González Colinas
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