El Norte de Castilla, de ruta por la comarca coyantina
"Las calles de Valderas y el entorno terracampino, opciones para un paseo de Navidad". Ese es el segundo titular con el que Javier Prieto Gallego sugiere a los lectores de El Norte de Castilla que durante estas fiestas visiten la comarca coyantina. El reportaje prosigue así:
"Aunque el bacalao ha sido y sigue siendo un plato tradicional en la Cuaresma castellana, nada impide, y así sea por los siglos de los siglos, degustarlo en estas fechas navideñas tan proclives a las comilonas compulsivas. El bacalao es, en ese país vecino tan lejano llamado Portugal, uno de sus platos estrella de la Navidad. Así que puestos a celebrar cenas y comidas de hermandad bien puede valer la propuesta de un viaje gastronómico hasta la localidad leonesa de Valderas, famosa desde hace décadas por un bacalao al ajo arriero que ha terminado por conocerse como bacalao al estilo Valderas.
Y como antes o después puede haber tiempo para hacer hambre o hacer la digestión dando un garbeo por el pueblo o alrededores vale la pena saber que Valderas pasó por momentos de gran importancia estratégica cuando, en el siglo XII, se luchaba contra el musulmán en las defensas del Cea y el Esla de cara a ganar, con el tiempo, la del Duero, más al sur.
Uno de los episodios históricos más importantes y con mayor repercusión para sus habitantes acaeció en 1386 cuando el duque de Lancaster, en la lucha que emprendió para reivindicar su derecho al trono frente a los de Trastámara, se dirigió contra la localidad de Valderas, en su invasión de Castilla tras guerrear en Galicia y Portugal. Los de Valderas, viéndolas venir, prefirieron poner pies en polvorosa, no sin antes incendiar hasta las tejas para que el duque, en todo caso, sólo pudiera cargar sus cofres con la ceniza del desaguisado. Este gesto de desapego y rebeldía que dejó al duque con olor a chamusquina pero sin botín fue premiado más tarde por el monarca Juan I con una serie de privilegios y tratos de favor fiscales mediante los que los de Valderas consiguieron un cierto despegue económico.
Entre los empeños arquitectónicos que se vieron en el XIV estuvieron el de la reparación del recinto amurallado y el castillo, ambos nuevamente baqueteados durante los encontronazos nobiliarios que se vivieron a lo largo del XV.Reliquias y arte
De aquella cincha amurallada quedan las dos reliquias de sus puertas. La de Santiago, la más alejada del centro, conecta con la calle que lleva el nombre del castillo, de Altafría. Junto al Ayuntamiento, la de las Arrejas, del siglo XIV, muestra maneras del gótico mudéjar mientras enseña, emparedada, los restos de la reja de madera que cortaba el paso al invasor. Muy cerca del arco se alza la iglesia de San Juan del Mercado, con un retablo mayor del siglo XVII. Caminando en la otra dirección se alcanza el edificio del Ayuntamiento y la plaza del Generalísimo, porticada en una de sus aceras. De ella arranca, hacia el norte, la calle Alonso Castrillo, a la que se asoma más de un palacete señorial de los siglos XVII y XVIII. Al final de la calle se encuentra el santuario del Socorro. El interior guarda importantes obras de arte, y muchas más su Museo de Arte Sacro, lamentablemente sin horarios de visita establecidos.
Sin salirse de esa zona, en la que se localiza el patrimonio monumental más interesante de Valderas, puede verse el palacete de los Cantarín Osorio y la plaza Mayor, en una de cuyas esquinas luce el antiguo Ayuntamiento, levantado en 1710 siguiendo unas trazas que recuerdan en mucho al de Astorga. También queda ahí la monumental iglesia de Santa María. Merece mucho la pena su restaurado retablo mayor, del siglo XVI, o el singular Cristo de la Concha. Siguiendo desde aquí la calle Castillos hacia arriba se desemboca en el espigón sobre el que se alzan los restos del castillo. Justo en el otro extremo de la población queda el seminario de San Mateo, levantado en el XVIII con el dinero que envió desde América fray Mateo de Panduro y Villafañe, natural de Valderas y obispo de La Paz, en Bolivia."De interés
"En marcha. A valderas puede llegarse desde Becilla de Valderaduey por la VA-541, Villalpando o Valencia de Don Juan.
A pie hasta Campazas. Un agradable paseo puede llevar por caminos hasta Campazas siguiendo casi el mismo trazado que el del conocido Tren Burra que unió Palanquinos y Medina de Rioseco. El inició está en la carretera que enlaza con Villafer. Después de cruzar el río y dejar a un lado una carretera que sale por la derecha, hay que tomar el siguiente camino que salga por esa mano. El camino hacia Campazas-6 km- sigue bien marcado hasta una granja. Tras ella se divide en dos. Hay que tomar el ramal derecho y bordear el alambrado monte del Duque hasta que el camino pase sobre el arroyo Semillana. Nada más pasarlo se gira de nuevo a la derecha, siguiendo en paralelo a él ya está Campazas."
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