Tratado de Lisboa
Los líderes de los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea firmaron el pasado viernes, en el claustro del Monasterio de los Jerónimos de la capital lusa, el nuevo Tratado de Reforma, que pasará a llamarse Tratado de Lisboa.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, fue el noveno líder europeo en rubricar el Tratado, lugar que le otorgó el protocolo. Se acordó un orden alfabético de países, según su denominación en el idioma propio de cada Estado, con lo que Zapatero firmó el Tratado después del primer ministro griego, Konstantinos Karamanlis, y justo antes del presidente francés, Nicolas Sarkozy.
La delegación española mostró su satisfacción por la firma del Tratado de Lisboa, un texto que, a su juicio, recoge "la sustancia" del Tratado constitucional que aprobaron los españoles en referéndum, y en el cual los socialistas coyantinos pedimos activamente el SÍ, y que después quedó bloqueado por el rechazo de franceses y holandeses.
Para la delegación española, junto a los avances en política exterior y de defensa, uno de los principales logros del Tratado de Lisboa es que pasan de 36 a 87 las materias que se decidirán por mayoría cualificada y no por unanimidad, lo que reduce la posibilidad de vetos en áreas fundamentales para España como las de justicia, interior e inmigración.
El lugar elegido para la ceremonia de la firma del Tratado, que marcará las nuevas reglas de funcionamiento de la Unión Europea, a partir de enero de 2009, ha sido el Monasterio de los Jerónimos, en Belém. Una obra maestra del estilo manuelino, que fue construido para celebrar los descubrimientos portugueses. Aquí, el 12 de junio de 1985 se firmó la adhesión de Portugal a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).
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