Carlos Llamas era natural de la cercana localidad zamorana de Muelas de los Caballeros. Quizá por su origen territorial, quién sabe, tenía una especial sintonía con él, quizá por ello sentía que me hablaba de una forma cercana, que me encandilaba, quizás...
Noches de estudio en compañía, de tristeza compartida como las del 11-M, de alegría también... Debates infinitos, opiniones enfrentadas... Sintonías ligadas a una voz que nunca se irán de mis recuerdos.
Javier Revilla Casado
Desde los 16 años era la última voz que escuchaba antes de dormirme. Recuerdo, como si ahora mismo estuviera emitiendo en las ondas, a Carlos Llamas polemizando con los contertulios, defendiendo a ultranza las informaciones de la Cadena SER, entrevistando severa pero cordialmente a políticos con los que discrepaba abiertamente, recibiendo, en directo y sin filtros, las llamadas de los oyentes los viernes por la noche, admitiendo errores, haciendo autocrítica, brindándonos su ironía... Ya nunca más escucharemos las últimas palabras de la hora extra, la 25, que, gracias a Charly, tenía el día. "Nos vamos, como cada noche, apoyados en la columna". Y ahí entraba en antena el filósofo Josep Ramoneda con su "dietario", esto es, con sus lúcidas y racionales reflexiones sobre la actualidad. Acto seguido, Carlos nos emplazaba a una nueva cita. Al día siguiente, a la misma hora. "Mañana, si ustedes no tienen otra cosa mejor que hacer, aquí les esperamos. Al calor de la radio. Que ustedes lo pasen lo mejor que puedan". Y, en mis primeros y solitarios días de estudio en la Universidad de Santiago de Compostela, era él quien me acostaba. Quien me emplazaba al día siguiente a una nueva cita. Y siempre estaba ahí, contigo, conmigo. Carlos, allá donde estés, sigue siendo bueno, o intentándolo, y, cómo no, pásalo lo mejor que puedas. Hasta siempre, amigo. Desde donde emitas, te escuchamos.
Jorge Mateos Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario