Extracto de "Ya es la hora de una política exterior europea", M. Ahtisaari y J Fischer, El País, 3 de octubre de 2007.
"(...) En la actualidad, el presupuesto del Alto Representante es menor que el que destina la Comisión Europea a la limpieza de las oficinas de Bruselas. Con sólo 500 empleados y únicamente un puñado de representantes en el exterior, un aparato que pretende encarnar la voluntad colectiva de los 27 Gobiernos de la Unión Europea en materia de política exterior gasta menos y tiene menos personal que los países africanos más pequeños.
Es algo que debería cambiar cuando se nombre a un nuevo jefe para la política exterior de la UE, alguien que supervise sus relaciones exteriores así como sus políticas de defensa y de ayuda fuera de la Unión. Sin embargo, esta necesaria innovación institucional no responderá a una pregunta más fundamental: ¿se está tomando Europa en serio la consecución de una política exterior coherente y enérgica?
Con demasiada frecuencia los líderes europeos esquivan esta cuestión, comentando como siempre los defectos de la política exterior estadounidense, cuando deberían estar desarrollando sus propias estrategias. Una y otra vez -en problemas que van desde Irak a Israel y Palestina, pasando por Afganistán-, la política europea se ha definido únicamente en función de lo que hace o deja de hacer Estados Unidos. Sin embargo, el año próximo, EE UU elige a un nuevo presidente y los europeos ya no podrán permitirse el lujo de echar la culpa de los males del mundo a la Casa Blanca de George W. Bush.
Esto es positivo, porque Europa tiene mucho que ofrecer. A diferencia de otras grandes potencias de la historia, su poder no se proyecta mediante la amenaza de invadir otros países. Con 500 millones de habitantes, su población es la tercera en número del mundo, después de las de China y la India. Sus 27 Estados miembros generan un cuarto de la producción económica mundial y, en conjunto, son el comprador más importante de productos de los países en vías de desarrollo y, con mucho, el principal donante de ayuda.
Todo esto va acompañado de un auténtico peso geopolítico. La ampliación de la Unión hacia Europa Oriental fue el mayor proceso de cambio de régimen pacífico registrado en la historia. La creación de la Corte Penal Internacional y la firma del Protocolo de Kioto demostraron que Europa podía impulsar la creación de una gobernanza más multilateral. La participación europea tuvo un impacto real en el proceso de paz de la provincia indonesia de Aceh y en las recientes elecciones presidenciales celebradas en la República Democrática del Congo. (...)"
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