La verdad y la razón se imponen a la imposición
El pasado lunes 5 de noviembre de 2007, la Facultad de Derecho de la Universidad de León acogió y organizó una jornada que trató sobre nacionalismo, leonesismo y autonomía, de una forma genérica, y sobre la especial situación de León, de una forma más concreta, titulada “León y autonomía”. Esta iniciativa contó con la colaboración y coorganización de la Fundación para la Libertad, presidida por el insigne político Nicolás Redondo Terreros, quien fuera candidato por el PSE-EE (PSOE) a la presidencia del gobierno vasco en las elecciones autonómicas vascas de 2001 y uno de los grandes luchadores por la libertad y en contra de la banda terrorista ETA y de la implantación paulatina de las tesis nacionalistas en la sociedad vasca.
La jornada comenzó con la presentación e inauguración del Decano de la Facultad de Derecho, Miguel Díaz y García, y del propio Nicolás Redondo, quien efectuó un recorrido valorativo por toda la legislatura presente y expuso los principales puntos de su pensamiento político y de su experiencia en la vida política vasca; de igual modo, estuvieron presentes otros miembros de la Fundación para la Libertad, que fueron recibidos con gratitud y reconocimiento a la lucha que llevan manteniendo en el País Vasco. Después de la cabal exposición del político socialista, el organizador de la jornada, Francisco Sosa Wagner, Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de León, explicó someramente el contenido del acto y pasó a presentar las tres conferencias que se pronunciaron a continuación: “Metafísicas nacionales”, a cargo del Catedrático de Derecho Natural de la ULE, Juan Antonio García Amado; “El laberinto de la hacienda autonómica”, pronunciada por el Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo; y la ponencia del Catedrático de Teoría del Estado de la UNED y articulista del diario El País, Andrés de Blas, que analizó las reformas estatutarias con relación a la norma fundamental española, la Constitución de 1978. Después de cada una de estas tres brillantes exposiciones se produjo un turno de preguntas y valoraciones de algunos de los asistentes, donde se visualizó alguna polémica o algunas posiciones encontradas.
La jornada se reanudó por la tarde con un debate a tres bandas en que participaron tres representantes de los tres partidos políticos con representación en León: Eduardo Fernández, secretario general provincial del Partido Popular y delegado provincial de la Junta de Castilla y León; Javier Chamorro, portavoz de la Unión del Pueblo Leonés en el Ayuntamiento de León y vicealcalde de la ciudad capitalina; y Agustín Turiel, diputado nacional del Partido Socialista Obrero Español y ex presidente de la Diputación Provincial de León. Se puede decir sintéticamente que los tres políticos mantuvieron la misma línea que han seguido sus respectivos partidos en los últimos años: Eduardo Fernández, del PP, defendió la existencia y la continuidad de la autonomía de Castilla y León; Javier Chamorro, de UPL, abogó por el derecho a la autonomía para la región de León, igual que el resto de regiones españolas, después de relatar los controvertidos orígenes de la formación de la actual comunidad de Castilla y León; y Agustín Turiel, del PSOE, se movió entre dos aguas, apostando por la plurirregionalidad que él mismo ha teorizado, según la cual pueden darse varias regiones dentro de la comunidad autónoma, pero negando siempre la autonomía para León. Luego que los tres representantes públicos dejaron asentadas sus posturas, se abrió un turno de palabra para los ciudadanos asistentes al debate, principalmente alumnos de Derecho, en que hubo realmente momentos de cierta tensión.
Tanto en los cruces de “comentarios” de uno a otro político, como en las preguntas y valoraciones del público pudieron observarse o, en su caso, descubrirse muchas de las verdades que giran en torno de la creación de la comunidad autónoma de Castilla y León en 1983: las posiciones al respecto de todos los partidos con representación en aquellos momentos circundantes al nacimiento de Castilla y León, que todas eran meridianamente favorables a la autonomía leonesa; las inmorales presiones desde los mandos de algunos partidos que tuvieron que soportar muchos alcaldes y concejales (representantes políticos de los ciudadanos) para que cambiaran de posición y defendieran las nuevas tesis impuestas desde arriba; la burda y repugnante estrategia de “divide y vencerás” perpetrada en relación con la comarca de El Bierzo; la negación del principio de que la historia no es un elemento legitimador para la constitución de una comunidad autónoma, mientras se aducía hipócrita y burlonamente que los dos reinos se unieron en 1230, o que las cortes de ambos reinos se unieron en el siglo XIV, o que El Bierzo fue una provincia durante un insignificante periodo de tiempo, o que durante una breve etapa las provincias de Palencia y Valladolid formaban parte de la región leonesa (¿existe entonces región leonesa?, ¿en qué quedamos?), etc. , y mientras presenciamos una lamentable incapacidad para explicar qué criterios se emplearon, si no fueron históricos, para configurar las restantes autonomías españolas; la actuación autoritaria que se practicó con la provincia de Segovia, que se negaba a formar parte de esta comunidad si la región castellana era unida a la región leonesa, siendo obligada a pertenecer finalmente a Castilla y León impositivamente; la manipulación, la ocultación o la negación de la historia y cultura leonesas que la Junta de Castilla y León, con la colaboración de la Fundación Villalar, financiada con los impuestos de los ciudadanos de la comunidad, ha venido cometiendo durante la andadura autonómica (propio del nacionalismo más vomitivo y fascistoide); y el cénit que explicaba todo, la penosa frase de Rodolfo Martín Villa, que pasará a los anales de la historia de León: “Con el corazón hubiéramos votado otra cosa pero, con la cabeza, han primado intereses de Estado”. Aquí radica la más pura verdad de esta desgraciada historia. No obstante, podía añadir un largo etcétera de verdades dichas en este debate que sonrojarían a los inmorales políticos responsables de la invención de este ente autonómico aberrante si tuvieran un mínimo de dignidad. Finalmente, la jornada “León y autonomía” fue clausurada por el Rector de la Universidad de León, Ángel Penas, que felicitó a los organizadores, conferenciantes y participantes y afirmó que esta iniciativa era una muestra más de la autonomía de la Universidad y de la libertad de expresión y la pluralidad que existe en la vida universitaria.
Pasando a un enjuiciamiento personal de la actuación de los tres políticos que participaron en el debate, he de decir que el ganador del debate fue el representante de la UPL, J. Chamorro, que mantuvo la coherencia y la aportación lógica de argumentos durante el mismo. Eduardo Fernández se fue con un rotundo fracaso; fue el gran perdedor de la jornada, lo que muestra la debilidad y la puerilidad de los argumentos utilizados por aquellos que siguen defendiendo el mantenimiento de una despreciable mentira. El político popular no pudo responder con suficiencia y entereza a las personas del público que lo interpelaron ni tampoco al razonamiento del vicealcalde leonés, Javier Chamorro. Por su parte, el socialista A. Turiel quedó en un lugar más sostenible, debido únicamente a su consistencia oratoria y a su capacidad para llevar el debate hacia un terreno más propicio para sus posicionamientos. La novedad fue su teoría de la plurirregionalidad, que en su día plasmó sobre el papel, y su sorprendente y absurda afirmación de que se podían haber creado dos comunidades, llamadas León y, por otra parte, Castilla y León. Además de esto, afirmó que era leonesista como el que más, pero que no toleraba que solo se pudiera ser secesionista para ser leonesista, sino que defendía el leonesismo pero estando totalmente en contra de la autonomía leonesa (y, ¿por qué es leonesista?, me pregunto yo; o ¿es que se ha dado cuenta del daño ocasionado a León y quiere intentar arreglar algo pero sin romper el actual marco autonómico por motivos electorales a nivel nacional?, ¿es eso honrado?). Es triste que yo tenga que hablar así de Agustín Turiel, porque él debería haber sido teóricamente mi representante pero, por desgracia, en este punto debo alejarme de la posición oficial del PSOE. La justicia, la igualdad de trato para todos, el rechazo a la discriminación, el desprecio por el engaño y la manipulación, la fuerza de los argumentos, el peso del razonamiento lógico, el respeto por la veracidad histórica hacen que, en este debate que he detallado, estuviera más próximo a Javier Chamorro. Además, valoro altamente su sinceridad, su consistencia argumental, el apoyo de la casi totalidad de los asistentes (personas cultas y entendidas) en sus intervenciones y, por qué no, la cantidad de aplausos cosechados, muy superior a los recibidos por los otros dos miembros de la mesa de debate. Lamento, nuevamente, que un socialista tenga que criticar la postura oficial del Partido Socialista, defendida por A. Turiel en este debate, pero me queda la esperanza de aquellos valientes socialistas, como el alcalde de León, Francisco Fernández, que han dado la cara, y no la espalda al pueblo, defendiendo, de verdad, los valores socialistas de justicia, igualdad para todos los ciudadanos, respeto y cumplimiento de la Constitución y amor por el rigor histórico, la racionalidad y la verdad.
Daniel G. Colinas
Daniel G. Colinas
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