"(...) Tras la caída del muro de Berlín y la superación del antagonismo basado en dos bloques ideológicos que se excluían recíprocamente, nos encontramos ante otro desafío: nuestra capacidad para el entendimiento entre diferentes percepciones del mundo, percepciones basadas en razones étnico-culturales, creencias religiosas y niveles de desarrollo y bienestar.
Hemos vivido un siglo XX atenazado por dos guerras europeas que devinieron mundiales y por una guerra fría. Entre los bloques antagónicos de esta guerra fría se hizo posible la coexistencia pacífica, aunque basada en el equilibrio del terror, en la convicción de que la destrucción mutua estaba asegurada si el equilibrio se rompía. Imposible añorarlo, pero es necesario reconocer que era un mundo más previsible, más identificable. Sin embargo, paradójicamente, era más falso.
El esquema cambió, no sólo por la desaparición de uno de los bloques, sino por el impacto de una revolución tecnológica que altera vertiginosamente las relaciones entre los seres humanos y crea nuevas formas de interdependencia, a pesar de que esté cargada de desequilibrios. La realidad aflora con toda su complejidad de identidades, de pautas civilizatorias diferentes, que se mezclan a través de los medios relacionados con la red y a través de los intensos flujos migratorios.
Del conocimiento y del reconocimiento de esa diversidad, mucho más real que la invención del reparto del mundo por la adscripción a las ideologías enfrentadas del siglo XX, depende un futuro de paz o de enfrentamiento. Aunque no hay datos que avalen el llamado choque de civilizaciones, y sí muchos que nos hablan del choque de intereses, sin diálogo puede terminar convirtiéndose en una profecía autocumplida.
En Tánger han convivido durante siglos las tres religiones del Libro. Por Tánger pasaron y pasan las rutas entre Europa y África, entre el Mediterráneo y el Atlántico. Allí podemos encontrar raíces culturales que compartimos siendo diferentes y que propagamos hacia el continente americano. Por eso, el impacto de la llegada a la ciudad es al principio de sorpresa ante un mundo tan diferente a sólo 14 kilómetros de nuestras costas, pero enseguida nos sentimos acogidos, envueltos en esa realidad que al poco deja de sernos extraña.
En España encontramos enclaves que representan históricamente ese cruce de culturas que tanto necesitamos identificar mediante el diálogo. En Tánger nos parece que está aún vivo. Desde los vestigios fenicios y romanos, hasta la presencia musulmana o la comunidad judía y cristiana, en esta ciudad hay parte de la historia de todos, porque ha estado y está en la ruta necesaria de todos: europeos o africanos, árabes o bereberes.
Allí es posible el diálogo como comprensión del logos del otro. Allí es posible dar pasos hacia un mundo que conviva en paz respetando la diversidad. Por eso merece la pena el esfuerzo para convertirla en la sede de la Expo 2012."
interesante articulo.
ResponderEliminarKHALID CHENGUITI
http://analysesandreflexions.blogspot.com