¿Qué le ha parecido la sentencia del 11-M?
Es una sentencia de gran trascendencia en la lucha contra el terrorismo. Está muy fundamentada en los hechos probados, está muy trabajada y conviene recordar que la clave de la delimitación penal de las actuaciones criminales tiene como objeto central probar los hechos. Como sentencia penal no hay verdad judicial, la verdad es material, es decir, que se han probado los hechos y que lo que dice sucedió porque se ha probado. Si no se hubiera probado, con todas las garantías, no podría haber condena. Representa un examen superado con nota por el Estado democrático ante una tragedia como fue el 11-M, que puso a prueba la capacidad de respuesta del Estado democrático.
¿Qué le parece el debate abierto tras el fallo sobre la ausencia de un autor intelectual?
La sentencia afirma que los autores son asesinos pertenecientes a redes islamistas radicales de la yihad, por cierto hace una afirmación bastante similar a la que yo hice en la Comisión de Investigación el 13 de diciembre de 2004. Esos autores son los mismos que atentaron en Londres, en Bali o en las torres gemelas de Nueva York. Pertenecen al terrorismo radical islamista.
¿Se zanja la llamada “teoría de la conspiración” con esta sentencia?
La sentencia es demoledora para quienes han mantenido las tesis de los agujeros negros o de las fabulaciones. Es, demoledora, porque todos los puntos que podían generar dudas, como el Titadyne, la Kangoo, la mochila o el suicidio de Leganés están muy trabajados en la sentencia y son muy contundentes.
El PP, a través de Eduardo Zaplana, le ha pedido que diga que “no fue Irak” y ha dicho que usted “utilizó el atentado para ganar las elecciones y lo sigue utilizando para ganar las siguientes”.
La segunda frase es sencillamente lamentable. Las elecciones las deciden los ciudadanos y ni se dejan condicionar por la violencia ni se dejan manipular por nadie. Respecto a Irak, hace falta tener poca memoria, porque Zaplana no se acuerda de que esta pregunta ya me la hizo en la Comisión de Investigación. De ninguna acción criminal y menos de un atentado brutal como éste se puede establecer relación causa-efecto con ningún hecho, es como buscar una explicación para el terrorismo. El terrorismo islamista radical amenaza a todos y en cualquier circunstancia. En la comisión afirmé que la posición sobre Irak elevaba el riesgo, pero que no se podía decir que era la causa. Antes de Irak teníamos riesgo y luego se elevó ese riesgo, pero no era la causa del atentado.
En 2003 usted pidió la dimisión del entonces ministro de Fomento Francisco Álvarez Cascos por accidentes en las obras del AVE a Barcelona, ¿qué diferencia hay con la situación actual?
La diferencia es sustancial y es que Cascos echó la culpa a otros y nunca reconoció los problemas y ahora el presidente del Gobierno en primera persona ha reconocido los errores y los fallos y ha pedido excusas a los ciudadanos. La diferencia es esencial en el concepto de responsabilidad política. Ahora se ha dado la cara, se asumen los fallos y se intentan arreglar. Repasando la hemeroteca, he visto que Aznar no compareció en el Pleno ni con el Prestige, nunca se reconoció un fallo, ni se fue al lugar donde se producía. Hubiera sido poco razonable provocar un cambio en el Gobierno ahora y yo pedí la dimisión de Cascos por no reconocer un error. Nunca pedí dimisiones si se asumía el fallo. Hay que dar un margen de comprensión y apoyo, pero lo que no es comprensible en democracia es no reconocer los errores. (...)
¿Cuándo llegará el AVE a Barcelona?
Hace años que debería haber llegado, pero llegará en un tiempo razonable. Había una fecha prevista, el 21 de diciembre, y confío en que la fecha no esté muy lejos de ésa.
¿Antes o después de las elecciones?
Si digo antes parece que lo importante es que entre en servicio antes de las elecciones y no es verdad. El de León que, imagínese la ilusión que me produce, no llegará hasta finales de 2008. La pregunta es ¿en año electoral ya no puede ponerse en funcionamiento la alta velocidad?, creo que los ciudadanos no tienen que tener esta penalización. Lo último que me importa es inaugurar nada. He inaugurado poco, a veces he dicho que no a inauguraciones y lo que nunca se me ocurrió es inaugurar una traviesa de tren como hizo el PP o las obras de un aeropuerto. Nunca pondremos en marcha la alta velocidad si no está perfecta. (...)
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