domingo, 25 de noviembre de 2007

I Concurso Literario: poeta...

...coyantino

El aliento del tiempo

¡Cuántas veces he intentado

evitar tu caricia gélida en

cada hoja de otoño!

¿Cuándo fue la última vez

que a través de mis sueños, pude

saltar la delicada barrera que

entorpece mi frágil huella?

He sido tu adversario más noble,

cuando he cogido tu mano, y ofreciéndome

el abismo, te he mirado con la desnudez

inocente de quien espera el último aliento.

Fuiste utopía cercana que

se deslizaba entre mis dedos,

para sentir el latido fogoso

de un alma inquieta, que soñaba

entre las cuerdas de una guitarra,

convertida en voz de justicia.

Testigo oculto del amor,

dejaste que mis ojos se convirtiesen

en estrellas de una noche,

en el aliento necesario para

embarcar hacia la eternidad, para

no tener miedo al pronunciar

tu nombre: Tiempo.

Hoy me encuentras de nuevo,

con la piel surcada por tu mirada,

náufrago de tempestades y solo en la playa,

caminando en busca del mar lejano.

De nuevo extiendes tu mano, tiempo;

para saltar juntos, para hinchar nuevas velas,

para que mi voz suene en el abismo

como puente en busca de utopía.

A ti, que siempre te hemos temido,

que cambias de nombre en cada amanecer

perdido, que te han marginado hasta en

el olvido, que nos has dado sabiduría

por dolor.

¡A ti, Tiempo; cuántas veces he intentado

evitar tu caricia gélida, soñar que no existías!

Hoy te invoco para llegar de nuevo al mar,

para ser de nuevo un niño,

sentir la inmortalidad,

mirarte sin vacilar,

¡con la espada más poderosa!,

la que te hace sentir el latido del Universo:

intemporalidad recorriendo tus venas,

suplicando para que no destruya tu obra,

la humilde esperanza en el Futuro.


José Luis Santos Andrés, es autor de Bajo la Aurora Boreal

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