miércoles, 2 de mayo de 2012

Revista de prensa / Tribuna GMS

Recuerdos coyantinos
Cuando Juan Martínez taló a Majo

El lunes 12 de marzo la plaza de Santa Teresa de Valencia de Don Juan amaneció acordonada con un despliegue inusitado de fuerzas de seguridad, en total más de 10 efectivos entre miembros de la Guardia Civil y de la Policía Local. El desproporcionado dispositivo podía llevar a pensar a cualquier visitante que algo extraordinario y grave había acontecido en nuestra tranquila localidad: una reyerta entre combos colombianos y mafias bielorrusas, un atentado terrorista, un magnicidio, alguna catástrofe natural o alguna que otra situación indeseable de índole similar. Pero no, la razón última era posibilitar a los empleados municipales la tala de dos cedros octogenarios que una oposición pacífica y cívica lo estaba impidiendo una mañana tras otra desafiando una decisión autocrática del alcalde Juan Martínez Majo. 

Según la Real Academia de la Lengua el adjetivo majo se define como algo “que gusta por su simpatía, belleza u otra cualidad”, “lindo, hermoso, vistoso” o “ataviado, compuesto, lujoso”. ¿Que cómo sería un representante majo en política? Vendría a ser aquel que, elegido a través de procedimientos democráticos, destacara por su escrupuloso respeto a los procedimientos, intentara implicar a la oposición en la toma de decisiones aun contando con mayoría absoluta, planteara a los vecinos las propuestas antes de ejecutarlas, atendiera los planteamientos de la ciudadanía aun siendo contrarios a los suyos si son razonables y compartidos por una mayoría, etc. 

Sucintamente la relación de los hechos fueron los siguientes: en Junta de Gobierno Local de 10 de enero se estudió escrito de la Comunidad de Propietarios del “Edificio La Cobarta” que solicitaba la “revisión” de uno de los árboles y en otra celebrada el día 29 de febrero se acordó “eliminar los elemetos arbóreos” que resultasen “peligrosos para los inmuebles conlindantes y para los viandantes”. El 2 de marzo nos comunicó el Teniente Alcalde, telefónicamente y a intempestivas horas, que iban a proceder a la tala de los cedros de la plaza de Santa Teresa, empleando como argumento principal uno tan inverosímil como absurdo: había que dar uso a una máquina elevadora que estaban utilizando para tareas de poda en el polideportivo y que tenían alquilada. Tres días más tarde una serie de vecinos impidieron los trabajos de tala concentrándose en la plaza, procediendo a la recogida de firmas para rechazar la misma (a lo largo de la semana reunieron más de 500), mientras la inefable concejala de jardines, Catalina Camino Martínez Pérez, en vez de acudir a escuchar las razones vecinales y a aportar las del Equipo de Gobierno, anunció que iba a ir a la Guardia Civil a denunciar la actitud de los manifestantes. Las protestas ciudadanas continuaron cada mañana hasta el día 12 de marzo, día en que la plaza, como es sabido, amanece acordonada policialmente. Aplacados los disidentes, se procedió a la tala de dos de los cedros “peligrosos”. 

Retomando el tema de los políticos majos cabe añadir que, lógicamente, estos se cuidarán mucho de utilizar la mentira, por piadosa que sea, para alcanzar los objetivos que se han propuesto. Y parece obvio que en el Ayuntamiento de Valencia de Don Juan no hay razones de Estado que lleguen a justificarla. Forjar un pacto de silencio para que no se hablara de un alcance contable, al menos hasta la celebración de las elecciones, estuvo mal, muy mal, pero servirse de la mentira para talar dos cedros es, a parte de una estulta actuación propia de mediocres, inadmisible. Fue en este mismo periódico, el 5 de marzo, cuando el alcalde aseguró que “las plantas son un peligro para los vecinos por su mal estado” y que de lo que se trataba era de “sustituir los árboles existentes por otros ya que los actuales están enfermos.” 

A simple vista, los árboles no daban muestra alguna de peligrosidad ni mucho menos de estar enfermos, pero, a fin de refutar los falaces argumentos esgrimidos por Juan Martínez, los concejales del PSOE de Valencia de Don Juan encargamos un estudio sanitario que realizó la empresa de ingeniería ambiental ECM y que incluía un determinante cultivo de hongos en un laboratorio. Los resultados del mismo, que mediante la presente hacemos públicos, son los siguientes: i) “Durante el análisis visual de los ejemplares en pie no se han apreciado síntomas de plagas o enfermedades”, ii) “en el análisis visual de los tocones de los ejemplares nº 2 y nº 4 [los dos talados una vez acordonada la plaza] no se aprecian síntomas de pudrición o de hongos que pudiesen haber afectado al árbol” y iii) “los resultados de los ensayos de laboratorio no muestran la presencia de agentes patógenos.” 

En el fondo el tema de los árboles y la “pulsión arboricida” de Juan Martínez puede no ser tan relevante como para motivar esta tribuna, pero las formas y el proceder de quien lleva tiempo propagando por ahí la idea de que él representa una suerte de esperanza renovadora dentro del PP de León sí la justifican. Con el desprecio mostrado a las más de 500 firmas ciudadanas ha puesto de manifiesto su verdadero talante, ese que llevamos viendo cada día desde hace un año en el Ayuntamiento los concejales socialistas que hasta el momento lo único que hemos hecho ha sido realizar de la mejor manera que hemos sabido nuestra tarea de oposición. 

Y así fue cómo todo acabó. Un 12 de marzo, un día aciago en el que Juan Martínez optó por talar a Majo.

Tribuna de Jorge Mateos Álvarez, publicada en el Diario de León, el 30 de abril de 2012