lunes, 23 de julio de 2018

Valencia de Don Juan, la interminable reforma de la plaza San Andrés

El PSOE exige la finalización de las interminables obras en la plaza de San Andrés

Estado actual de los columpios de la plaza San Andrés, cuya remodelación 7 meses después sigue inconclusa.

Las obras en la plaza de San Andrés de Valencia de Don Juan, que empezaron el 15 de enero, siguen sin rematar y ofrecen una pésima imagen y suponen un agravio para los vecinos del barrio

Los socialistas de Valencia de Don Juan han denunciado esta mañana mediante un comunicado de prensa la penosa situación de las interminables obras que se llevan realizando desde el 15 de enero en la Plaza de San Andrés, una de las propuestas que el equipo de gobierno del Partido Popular vendió como estrella de su legislatura y que no termina de ver la luz.

Desde el PSOE se considera injustificable que, siete meses después de comenzar las obras y tras sucesivas paralizaciones de la misma, esta siga inconclusa, lo que supone ofrecer una pésima imagen además de ser un agravio para los vecinos del barrio que no comprenden el por qué de esta demora.

Los trabajos efectivos en la plaza durante este tiempo no llegarían prácticamente ni a los 30 días, por lo que es absolutamente irresponsable tener desde el 8 de abril, cuando se instalaron, las papeleras y los columpios, tenerlos sin el suelo acolchado que precisan y sin la valla de seguridad que contemplaba el proyecto.
Los columpios, ya instalados, no cuentan con el suelo acolchado ni con la valla de seguridad proyectada, lo que supone una anomalía así como una situación de peligro para los menores
Lógicamente no parece que sean las obras que restan por hacer muy complejas, por lo que los socialistas exigen la finalización de las mismas conforme al proyecto diseñado al tiempo que denuncian la peligrosidad que supone tener los columpios accesibles para los niños sin ningún tipo de medida de seguridad instalada.

Los socialistas recuerdan que el proyecto ya sufrió un arbitrario modificado que transformó la acera prevista en la Avenida de Asturias en aparcamientos, pero esta modificación no justifica todos los retrasos y demoras en la ejecución de la obra.
Asimismo, los socialistas denuncian que está falta de control y de rigor por parte del Partido Popular a la hora de ejecutar y auditar sus propios proyectos no es algo aislado sino que también se ha contemplado en otras calles o plazas, como la Carlos Pinilla, Alonso Castrillo o Los Juncales, con las obras de pavimentación tras la renovación de abastecimiento, o Santa Marina, con una horrenda fuente que no da más que problemas.
Parece ser que esta es la tónica general de la legislatura del Partido Popular que ya termina, dominada por el caos político y los escándalos permanentes, a la que se suma, a mayores, un pobre balance de estos últimos tres años con escasa inversión e incorrecta ejecución de la misma.

viernes, 20 de julio de 2018

20 de julio de 1936, se alza Valencia de Don Juan

Cuando se rompió el mundo

Traemos aquí los párrafos iniciales del apartado dedicado a lo ocurrido en la citada fecha y en las anteriores en la villa de Valencia de Don Juan, en el contexto y el transcurso de los días del golpe militar de 1936 en la provincia leonesa (en la capital y otras ciudades, villas y pueblos) y en el país, primicia y anticipo del libro Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en León y sus tierras, en el que venimos trabajando desde febrero de 2014, y que en unos meses estará listo para ser publicado en la editorial leonesa Lobo Sapiens.

El 18 de febrero de 1937, cuando los sublevados ejecutan una especie de segunda vuelta o repesca en la represión, que recuperan para aplicársela a muchos de quienes a duras penas habían conseguido ir sorteándola hasta entonces, en Coyanza (así se nombrará también desde 1939 la villa, en la que no hubo en los anteriores años republicanos serios conflictos ni estridencias graves1) el guardia civil primero Primitivo Calzada Rodríguez, de la tercera compañía de la Comandancia de la Benemérita de León, encargado del puesto de la localidad, recibe del delegado gubernativo de Valencia de Don Juan una relación de individuos de izquierda que ejercieron cargos en la Comisión Gestora municipal frentepopulista unos, y fueron otros significados propagandistas de aquella ideología y del Frente Popular “antes del Movimiento Salvador de España”, a los que debe de apresar e interrogar, iniciando con ello el atestado y las diligencias que darán lugar al Sumario 231/37. Se acompaña para ello en la tarde de aquel día por los guardias segundos Ángel Sánchez del Amo (apodado “Angelote” por su corpulencia, empleado además de acomodador en el Cine), Serapio Ruano Barrientos (que vivía en la plaza de toros), Joaquín Rodríguez Pérez, Antonio Artigues Montserrat, y el corneta Argimiro Astorga Núñez (conocido por “Guerrilla”), y detienen entre todos a Justo Ortega Casado, de 48 años, de oficio chocolatero, natural de Villamañán y vecino de Valencia de Don Juan, casado, gestor en el Ayuntamiento (segundo teniente de alcalde) y vocal en el Frente Popular local “durante los primeros siete u ocho meses desde su constitución y “después solamente socio del mismo” hasta la sublevación militar, contra la que no realizó –dice- actuación alguna.

Había habido en la primera semana de julio de 1936 rumores sobre la huelga que proyectaban realizar los jornaleros del campo coyantinos, y antes de que el levantamiento se materializara en la población, su alcalde hablaba el día 18 con el gobernador civil, solicitándole las noticias que él pudiera tener del movimiento iniciado el día anterior, y el domingo 19 dos coches se desplazaban de Coyanza buscando armas en León, que no debieron de conseguir, o que, al menos allí no llegaron (declararía Antonio García Pérez, joven vecino socialista en el Sumario 120/36).

Tampoco participó en ninguna actividad contraria al movimiento nacional, según su declaración, Francisco Pérez Gallego, de 27 años, casado, albañil, natural y vecino de la villa, gestor municipal y perteneciente al Centro Obrero socialista, al que se detuvo y se interrogó a continuación. Fue también detenido e interrogado Urbano Mayo Andrés, de 29 años, soltero, nacido y domiciliado en el lugar, afiliado a Izquierda Republicana, quien manifiesta haber acompañado cuando la campaña electoral de febrero a Fidel Blanco Castilla (inspector de Primera Enseñanza después depurado, representante de Gabriel Franco López –y astorgano como él-, que resultaría elegido diputado a Cortes por aquella formación en la provincia; el docente, candidato en noviembre de 1933, no obtuvo en aquellos comicios ningún voto) en visitas de propaganda a varios pueblos del partido, y que “fue segundo gestor municipal (primer teniente de alcalde) hasta su renuncia dos meses antes de que estallara el alzamiento, sin que volviera más por el Consistorio hasta el día en que del mismo se hizo cargo el señor capitán, en que firmó él allí un acta de ingreso como secretario interino”. Se refería en su deposición al capitán de la Guardia Civil Arturo Marzal Macedo2, conjurado con falangistas locales para hacerse con el control de la villa una vez sublevados, lo que realizaron pasada la media tarde del 20 de julio de 1936, (seguramente después de que en ella se hallaran ya todos o parte de los guardias que allí recalan camino de ser concentrados en León, incluidos los de los puestos de Gusendos de los Oteros, Palanquinos, Villaquejida, Matallana de Valmadrigal, Valdevimbre, Valderas y Villamañán, dependientes del cabecera de la tercera compañía de Coyanza), apoderándose de la estación del Ferrocarril Estratégico (la del “tren burra” de vía estrecha que circulaba de Medina de Rioseco a Palanquinos) y de las instalaciones telegráficas y telefónicas, proclamando a continuación el estado de guerra y difundiendo un bando en el que se dispone sean entregadas en el cuartel de la Benemérita (sito entonces frente al Colegio de los Agustinos) todas las armas de fuego en manos de la población civil, y desatendiendo, por cierto, la orden que su superior, el jefe de la Comandancia de León, teniente coronel Santiago Alonso Muñoz, le había dado al menos en la tarde del día anterior por teléfono –como a todos los demás responsables de los puestos provinciales- de “defender la causa del Gobierno de Madrid hasta perder la última gota de su sangre3”, la misma que debió de cursar a las restantes cabeceras de compañía (la segunda de León y la primera de Ponferrada) y de línea de la provincia.

Le ordenó además entonces el teniente coronel detener a un cura de Valderas que había dado muerte a un individuo del Frente Popular de aquella villa al repeler una agresión que allí tuvo lugar (el apodado “Sabas” era el muerto, y Leandro Casado el sacerdote), y que el sargento del puesto valderense se pusiera incondicionalmente a las órdenes del alcalde, aunque él, desobedeciéndolo, envió allí a dicho sargento con el previo mandato de que no realizara tal detención, excusándose en que el clérigo huyó a Valladolid, y de que hablara con el regidor, por pura fórmula, pero que, lejos de ponerse a su disposición, hiciera todo lo contrario, pues su deber era defender a España. Cumplió el sargento sus instrucciones con tan poca discreción que destituyó al alcalde, y al poco era llamado de nuevo el capitán Marzal por el jefe de la Comandancia, amonestándolo por lo hecho por aquel, ante lo que se disculpó como pudo achacándolo a un error. Reunió después, vista la actitud del
responsable provincial, a los efectivos concentrados en la cabecera de la Tercera Compañía a su mando, acordando todos ellos que de transcurrir un día más sin que León se uniera al movimiento militar se retirarían a Valladolid (ya sublevada), lo que no fue preciso, pues más tarde –ya el 20 de julio por la tarde- recibió nueva orden de la Comandancia (dada por el mismo teniente coronel, depone en el Sumario 20/36) de esperar a la fuerza de La Bañeza, declarar el estado de guerra, designar un Ayuntamiento solo con elementos republicanos -incluidos los de Izquierda Republicana-, y retirarse a la capital.

También se negó el capitán a requisar el armamento a los vecinos derechistas, no ejecutando las instrucciones que para hacerlo bien temprano le daban en la misma mañana del día 20 los delegados gubernativos Onofre Gerardo García García y Domingo Fernández Pereiro, llegados de León a la villa en coche conducido por un chofer y que tras entrevistarse en el Consistorio con él y con el alcalde (“al que transmiten el consejo del gobernador de que no se altere el orden público”, recomendándole no obstante que “en caso de necesidad habría de cortar las comunicaciones y lo que hiciera falta”) regresan a la capital en torno a las once, acompañados por el miembro de las Juventudes Socialistas locales Antonio García Pérez (sorprendido horas más tarde por la sublevación en el Gobierno Civil, apresado después, y fusilado el 4 de diciembre). Nada de particular ocurría aquí, les dijo el capitán Arturo Marzal a los delegados, excepto en Valderas, donde acababa de haber una refriega entre elementos civiles (militantes de la izquierda tiroteaban y herían levemente el día antes a Ponciano Pérez Alonso Jefe local de Falange), y allí –con su aquiescencia- iba a mandar un camión de guardias para restablecer el orden y detener a los participantes en ella, de cualquier filiación política que fueran (eran apresados y conducidos a Coyanza los izquierdistas Doroteo Toral Martínez y Florentino Álvarez García, acusados de la agresión al de Falange). Las organizaciones integrantes del Frente Popular local se declararon durante unas horas en huelga general, sin que se llegaran a producir incidentes de importancia. Aprovechando la presencia en la localidad de los abundantes guardias civiles agrupados, se iniciaba en la tarde del 20 de julio desde allí el aseguramiento para los sublevados de las poblaciones de la Tierra de Campos, por las que se despliegan dominándolas sin gran oposición por más que también en ellas las entidades de la izquierda política y obrera llamasen a un paro general que tampoco tendría mucho seguimiento, dirigiéndose los guardias a la capital después de conseguirlo.

Según la narración que en 1948 hace el presbítero Teófilo García Fernández [343-345] de lo sucedido aquellos días, la vieja guardia de Falange, muy pequeña en número, y otras personas de  orden de la villa, desde que llegan las primeras noticias del levantamiento en Marruecos se ponían en contacto con el capitán al mando de la Guardia Civil de la demarcación, quien tenía puesta su atención en la capital de la provincia sobre todo. Después, el día 20 a las dos y media de la tarde, por la radio nos enteramos de que la guarnición de León se ha alzado en armas, resonando desde la emisora leonesa los disparos de la fusilería y las explosiones de granadas de mano, y antes de una hora una alocución radiada comunica que tras una ligera resistencia ya vencida el Ejército es dueño de la ciudad y en patriótica arenga incita a los ciudadanos de la provincia a secundar con entusiasmo el movimiento salvador de España, lo que aquí hacen de inmediato los guardias civiles y los falangistas, a los que otros elementos de orden se unen enseguida. Unas parejas de la Guardia Civil se apoderan raudas de las comunicaciones, mientras otro pelotón de beneméritos recorre las  calles de la villa proclamando el estado de guerra, a lo que sigue la recogida de toda clase de armas, que los vecinos se apresuran a entregar en el cuartel. Como protesta por la imposición de la ley marcial declararon la huelga general las organizaciones locales del Frente Popular. Afortunadamente se impuso la cordura y depusieron su actitud, sin que durante el día ni la noche se registrase incidente desagradable alguno.

Al día siguiente, a las once y media de la mañana, tras asesorarse de varios vecinos de orden  (ya que apenas conoce a las gentes del pueblo por lo poco que lleva aquí destinado), entre ellos el jefe de Falange, Guillermo Garrido, cuyo consejo de nombrar la Corporación que había sido del partido de Gil Robles acepta, y “siguiendo órdenes del Gobierno provincial constituido en virtud del levantamiento militar”, en la Casa Consistorial el capitán Marzal destituye a la Comisión Gestora municipal frentepopulista que rige el Ayuntamiento desde el pasado 23 de marzo4 y repone en su lugar a los concejales electos el 12 de abril de 1931 y entonces suspendidos (Pedro Martínez Zárate, Máximo G. Palacios, Ángel Medina, Martín Falcón, Delfín del Río Ortiz –alcalde en enero de 1937-, Horacio Alcón Pérez, Arsenio Falcón, y F. Miguélez), protestando por ello el alcalde- presidente de aquella, Clementino Díez González, “pues el Gobierno legítimamente constituido en virtud de las elecciones del pasado 16 de febrero continúa en este día en su cargo, sin que haya sido relevado por el Gobierno revolucionario” (aunque adoptó después una actitud de sumisión, se informará más tarde), consignaba en el acta el secretario municipal Tomás Garrido. Después, el mismo 21 de julio, por orden de la superioridad militar de León todos los guardias civiles concentrados en la villa salen al mando del capitán Arturo Marzal para la capital (ayudando más allá de Mansilla de las Mulas y cerca de Puente Castro a los mandados por los tenientes Felipe Romero y Valentín Devesa, de camino también para León, a repeler el ataque de un grupo de izquierdistas, dando a su llegada a la capital novedades al teniente coronel, “aunque se percató de que ya no era el jefe de la Comandancia”), encargándose de mantener el orden en Valencia de Don Juan las fuerzas de Falange reforzadas con otros elementos adictos al movimiento nacional.
José Barrientos Martínez (“Macareno”), uno de los primeros asesinados por los rebeldes en la zona
Nota 1: Según señalará en 1948 en su Historia de la villa de Valencia de Don Juan Teófilo García Fernández, capellán castrense, “combatiente en la Cruzada”, que formaría parte del aparato represor franquista, presidiendo como delegado provincial de Instrucción Pública la depuración del personal de enseñanza. Con la ayuda de 2.000 pesetas donadas por el Ayuntamiento coyantino en 1934 había iniciado aquella obra, y a mediados de octubre, cuando volvía a ser capellán del Regimiento Burgos 31 (ya lo era en 1930), entregaba las 750 correspondientes a 1936 “como óbolo para la causa de España, 500 para la suscripción del avión “León”, y las 250 restantes para que el Ayuntamiento compre lo necesario para la confección de calcetines para los soldados del frente” (“Ejemplo de patriotismo”. El Diario de León. 14-10-1936).

Nota 2: Oriundo de Olivenza, en Badajoz, mandaría el 30 de julio la columna motorizada de falangistas y guardias civiles que tomaba Boñar, siendo ya a la mitad de agosto responsable del reclusorio leonés de San Marcos, “cuando ya casi no cabe allí un alma en pena más”.


Nota 3: Así se recoge en el consejo de guerra en el que en León juzgan y condenan a muerte al teniente coronel el 17 de marzo de 1937. La consigna debió de transmitirse partiendo de las taxativas instrucciones enviadas desde la madrugada del 18 de julio por radio y télex por el general Pozas, inspector general del Cuerpo, de considerar facciosas las proclamas de los rebeldes y cumplir fielmente con sus deberes, a una Guardia Civil que en su mayor parte se mantendría aquellos días a la expectativa de lo que pudiera acontecer (de hecho, en Barcelona, por ejemplo, no se decidió a actuar hasta las dos de la tarde del día 19, cuando la situación ya se había decantado favorable a los leales [Beevor, 2005]). En León además era traída personalmente por el Jefe de la Comandancia Provincial, llegado de Madrid en la mañana del mismo 19 de julio para volver a hacerse cargo de su mando.

Nota 4: De aquellos diez gestores, cuatro serían luego paseados: Urbano González Soto, Jesús Luengo Martínez (presidente del Sindicato de Oficios Varios), Marcelino Quintano Fernández, y el albañil Víctor Pérez Barrientos (presidente del Sindicato de Trabajadores de la Tierra; uno de los locales de su domicilio era la sede de la Casa del Pueblo, que él regentaba, y en ella además de celebrar reuniones se proyectaba cine y se hacían bailes). Presidía la Agrupación Socialista Fermín Criado, y era secretario de las Juventudes Socialistas Daniel Lera. 


José Cabañas González
Ourense, 17 de julio de 2018. Más información en: www.jiminiegos36.com

lunes, 9 de julio de 2018

Ayuntamiento de Valencia de Don Juan: estado crítico de la contabilidad y problemas con Hacienda

Majo no tiene la contabilidad de 2017 rematada y Hacienda pondrá de nuevo el foco en el Ayuntamiento de Valencia de Don Juan

En Junta de Gobierno Local de 3 de mayo el Interventor advirtió que hacía falta personal de manera urgente para llevar a cabo la contabilidad, ya que todavía no se ha finalizado la del 2017 y tampoco se ha elaborado la cuenta general

Página web del Ayuntamiento de Valencia de Don Juan, consulta periodo medio de pago a proveedores.

Meses llevan los concejales socialistas en el Ayuntamiento de Valencia de Don Juan denunciando la pésima gestión política de Martínez Majo y su equipo de gobierno del PP (avalada por el silencio cómplice del edil de Ciudadanos en la localidad), gestión que estáempantanando el consistorio de la localidad, envuelto cada vez en más problemas.


El PSOE recuerda que otros años la cuenta general ya estaba aprobada de manera definitiva pero, adentrándonos en el mes de julio, la situación de la contabilidad municipal es absolutamente crítica: no está cerrada aún la del ejercicio de 2017, condición indispensable para rendir cuentas y evitar así problemas posteriores, que se están avecinando, con Hacienda y que se acumularán a los ya existentes y no menores. Desde el PSOE advierten a Majo de que no puede seguir contemplando cómo se hunde el Ayuntamiento que ha dirigido durante veinte años sin aportar soluciones ni asumir su propia responsabilidad.

Los socialistas denuncian la opacidad con la que el PP está llevando el expediente mediante el cual Hacienda pretende cobrar al Ayuntamiento en torno a 750.000 euros por el IVA de las piscinas desde 2013

Los socialistas le recuerdan que, siendo Montoro el titular del Ministerio de Hacienda, la Agencia Tributaria abrió un expediente al Ayuntamiento para intentar cobrar el IVA de las piscinas desde 2013 a 2017, por la continuada promoción del antiguo polideportivo municipal como El mundo del agua, el mayor centro recreativo y de ocio familiar de Castilla y León. Un proyecto que vendió a bombo y platillo como apuesta personal en una reunión informativa a la cual convocó a los vecinos y a los que explicó el gran salto hacia lo recreativo del polideportivo, el más grande del noroeste, según ambicionó, al tiempo que pidió a los vecinos que “soñáramos juntos” esa idea, idea hoy truncada por Hacienda.
Desde el PSOE, por último, denuncian la opacidad del Partido Popular respecto a este expediente, algo incomprensible cuando algún miembro del equipo de gobierno ha barajado cifras cercanas a los 750.000 euros si finalmente Hacienda impone su criterio, que es el mismo que defendía el alcalde coyantino hasta la apertura del expediente tributario: que la inversión fallida de un millón de euros en una piscina de olas, con toboganes rápidos y dragón incluido, tenía la intención de apuntalar un espacio recreativo y no para facilitar la práctica de la natación simulada en alta mar, como defienden ahora el perspicaz regidor coyantino y el equipo de gobierno del Partido Popular en una evidente y grosera maniobra de distracción fiscal.