Con esta es ya la cuarta vez que respetuosamente pongo en conocimiento de las autoridades locales una petición: que se cuelguen en los paneles de información municipal las convocatorias de los plenos.
Las dos primeras veces lo hice en forma de “ruego” a toda la Corporación en el transcurso de sendos plenos, y en ambas ocasiones obtuve respuesta afirmativa del señor alcalde. Mas como nunca se llevó a término, en una tercera ocasión hice la petición, esta vez al propio corregidor y en presencia del portavoz de la oposición y de un corresponsal de prensa provincial.
También su contestación fue favorable: “para eso están los tablones”. Pero el caso es que después de varios meses de insistencia y de buenas palabras como respuesta, los plenos siguen sin anunciarse en los paneles que existen en varios puntos de la localidad, y únicamente se cuelga el aviso en el que está dentro del Ayuntamiento, que sólo puede consultarse en horario de oficina. Tampoco se hace en la página web.
Ante este reiterado incumplimiento, me veo en la necesidad de hacer la petición por escrito, en esta revista municipal y por registro en el propio Ayuntamiento, si fuera necesario. Porque creo que los vecinos tenemos el derecho a conocer cuándo celebra los plenos nuestra Corporación y qué temas va a tratar, para, si lo creemos oportuno, acudir a los mismos e incluso tomar la palabra en el apartado correspondiente.
Seguir sin colgar en los paneles informativos de las calles y en la web oficial estas convocatorias nos priva a muchas personas de conocer anticipadamente lo que tratan nuestros representantes políticos locales, de acudir a los debates e incluso de poder dar nuestra opinión al respecto de manera pública o personal.
Siendo malpensados, puede que sea esta la razón de que no anuncien los plenos como debieran: evitar que la ciudadanía esté informada, forme sus propias opiniones y tener que escucharla. Pero para esto cada concejal de la Corporación cobra un dinero en cada pleno que celebran, y es su deber pulsar el sentir del pueblo y actuar en consecuencia a él, pues en ello consiste la Democracia.
Publicado por Javier Revilla Casado en la revista Esla número 316, octubre 2009
Las dos primeras veces lo hice en forma de “ruego” a toda la Corporación en el transcurso de sendos plenos, y en ambas ocasiones obtuve respuesta afirmativa del señor alcalde. Mas como nunca se llevó a término, en una tercera ocasión hice la petición, esta vez al propio corregidor y en presencia del portavoz de la oposición y de un corresponsal de prensa provincial.
También su contestación fue favorable: “para eso están los tablones”. Pero el caso es que después de varios meses de insistencia y de buenas palabras como respuesta, los plenos siguen sin anunciarse en los paneles que existen en varios puntos de la localidad, y únicamente se cuelga el aviso en el que está dentro del Ayuntamiento, que sólo puede consultarse en horario de oficina. Tampoco se hace en la página web.
Ante este reiterado incumplimiento, me veo en la necesidad de hacer la petición por escrito, en esta revista municipal y por registro en el propio Ayuntamiento, si fuera necesario. Porque creo que los vecinos tenemos el derecho a conocer cuándo celebra los plenos nuestra Corporación y qué temas va a tratar, para, si lo creemos oportuno, acudir a los mismos e incluso tomar la palabra en el apartado correspondiente.
Seguir sin colgar en los paneles informativos de las calles y en la web oficial estas convocatorias nos priva a muchas personas de conocer anticipadamente lo que tratan nuestros representantes políticos locales, de acudir a los debates e incluso de poder dar nuestra opinión al respecto de manera pública o personal.
Siendo malpensados, puede que sea esta la razón de que no anuncien los plenos como debieran: evitar que la ciudadanía esté informada, forme sus propias opiniones y tener que escucharla. Pero para esto cada concejal de la Corporación cobra un dinero en cada pleno que celebran, y es su deber pulsar el sentir del pueblo y actuar en consecuencia a él, pues en ello consiste la Democracia.
Publicado por Javier Revilla Casado en la revista Esla número 316, octubre 2009
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