miércoles, 27 de enero de 2010

Críticas al derribo del depósito de aguas en el 'Esla' (II)


Adiós, depósito de agua (gracias, Majo)

Enhorabuena Sr. Alcalde, Sr. Majo. Mi más sincera felicitación por el paso que acaba de dar usted y su equipo de gobierno con el consentimiento de la callada oposición, basándose en los informes pertinentes de los que están a su servicio, para acabar con la imagen de la villa que se encontró y que tan bien le ha recibido.

Primero fue el Parque de los Patos: era necesario acabar con un jardín diferente para poner más césped y hormigón como cualquier otro y, como guinda, rematarlo con un “caseto -oficina de venta”. Después siguió el de Santa Teresa: más cemento y hierro quitando vegetación. La siguiente, la Plaza Mayor: haciendo de un espacio singular una explanada similar a cualquiera de otra ciudad o pueblo y, por no ser menos, con magnolios, las plantas más típicas de la zona. Y ahora la Plaza de Santa Marina: con su depósito de agua que durante años ha marcado la vida de los coyantinos, administrando el líquido esencial incluyendo sus averías más inoportunas en épocas de más necesidad. Así se lo pagamos: piqueta y a la escombrera.

Entiendo que para usted nuestro deposito no tenga el mismo significado que para los que nacimos a los pies del “gigante”, crecimos a su sombra, corrimos y nos escondimos a su alrededor mientras alguien contaba hasta 50; intentábamos convencer a nuestro jardinero, el Sr. Domitilo, para que nos dejara subir por sus entrañas hasta el balconcillo desde donde nos imaginábamos unas espectaculares vistas. Pero nunca esperaba que con la excusa de convertir la plaza en una zona de ocio y negocio -con el mayor de los desprecios a los vecinos, con artimañas de intentar convencer a ancianos con amenazas de estado ruinoso y la posibilidad de accidentes por desprendimientos-, acabase usted con un símbolo de la arquitectura civil de los años 40, único en la provincia -y si me apura, en la comunidad-, como si fuese la única solución para mejorar la imagen de la plaza. Parece que la misma no está hecha para albergar en su centro edificación alguna: primero fue la iglesia y ahora el depósito.

Esperamos con ansiedad el resultado de la remodelación: ¿acaso fuente monumental?, ¿escultura que simule lo que se derriba? ¿O más piedra y hormigón?

Siga usted y sus técnicos con sus obras y no se preocupe por la imagen de nuestro pueblo con sus nuevos edificios -esqueletos con altura desmesurada, sin rematar con la correspondiente cubierta, sin cerramiento de huecos de ventanas, con fachadas inacabadas- y calles con aceras tan estrechas y hundidas que hasta los coches de bebé tienen que circular por la calzada. Siga por su camino elegido que el pueblo se lo agradecerá. Aunque puede que alguna generación no olvide lo que usted ha destruido y le recuerde como ahora nos acordamos de los que nos dejaron sin el antiguo Ayuntamiento y el teatro.

Publicado por Miguel Álvarez Santos, en la revista municipal Esla, octubre de 2009, número 316

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