Carlos Ibarrola y la memoria histórica
Ya decíamos este lunes que el acto de presentación del libro Villademor de la Vega. Historia, cultura, arte, que se celebró en la localidad vecina el domingo día 13 por la tarde, fue todo un éxito y un ejemplo a seguir. Un éxito porque el Salón de la casa de Cultura se llenó hasta la bandera demostrando el interés que tiene la gente normal del pueblo por conocer sus valores históricos, sociales y artísticos. Casi todos los presentes se hicieron con el libro que les fue facilitado por un precio totalmente asequible gracias a la generosidad de un plutócrata arraigado a su patria chica.
Muy atinadas las intervenciones de los autores, tanto de la obra, el investigador Ramón Gutiérrez, como del prólogo, Víctor Ferrero, por cierto, bien conocidos ambos en los ambientes culturales de León y, sobre todo, en la Asociación ProMonumenta. Lástima que la introducción que hizo el alcalde, que también firma la presentación del libro, pusiese una nota de dudoso gusto que empañó su breve y huero discurso que no se salió del guión previsible salvo en el momento en que quiso explicar las razones por las que la historia del pueblo terminaba en este caso en el año 1936 y que consisten en que no se ha querido entrar a tratar las políticas de la memoria histórica, es decir, aquellas que apoyan, según él, "los que pretenden desenterrar a los muertos para enterrar a los vivos”.
Creemos que cada cual está en su derecho de eludir los temas que pueden ser espinosos o conflictivos, pero no se debe tratar, con la frivolidad que lo haría un arlequín en la corte, el derecho que tiene tienen los familiares de desenterrar a los suyos si creen que no se les ha dado una sepultura digna, cosa muy frecuente en el caso que nos ocupa. Y en cuanto a lo de enterrar a los vivos, bien sea entendido en sentido real o en sentido figurado, será siempre algo condenable en cualquier caso pero no por ello dejará de ser necesario que en este o en otro momento se escriba la historia de lo que ha sucedido en nuestro país a partir de la fecha que él citó. Podría suceder que esta historia nos depare muchas sorpresas y esa sea la verdadera razón por la que muchos huyen de ella como de la peste.
Además, pretendiendo despuntar ante sus jefes comarcales del Partido Popular allí presentes, Juan Martínez Majo, alcalde a la sazón de Valencia de Don Juan, y su homóloga de Mansilla de las Mulas, Mª Paz Díez, adujo otro argumento más para justificar la decisión de no estudiar la historia contemporánea de la villa y lo hizo citando la manida frase de los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, añadiendo que no sabía muy bien de quién era la autoría (se refería sin saberlo a Ortega y Gasset y aclaramos al alcalde que se trata de un filósofo y no de un dúo de humoristas).
Todo lo ocurrido desde el golpe de Estado de 1936 son los hechos más dramáticos y traumáticos de la historia de España, hechos que debemos concocer exhaustivamente si queremos estar vacunados contra el totalitarismo y la barbarie bélica. La comarca de Valencia de Don Juan no fue en modo alguno un oasis en la represión que se desencadenó en el territorio faccioso donde triunfó el alzamiento. Ignorarlo no solo no restaña heridas sino que ahonda más en el dolor de los familiares que aún lloran la pérdida de sus seres queridos sin saber muy bien dónde han de sembrar las lágrimas.
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