Artículo publicado en el 'Diario de León' |
D. Quijote de Coyanza
El
más triste de los capítulos del Ingenioso
hidalgo Don Quijote de la Mancha,
que dio por terminadas sus aventuras, se produjo en la playa de
Barcino. Allí fue retado a un duelo por el Caballero de la Blanca
Luna, que no dejaba de ser su vecino, el bachiller Sansón Carrasco
(no vea el audaz lector aquí una maldad al escoger el símil ni
piense en la presidenta de la Diputación), que afirmó que la
belleza de su dama era incomparablemente superior a la de Dulcinea
del Toboso, aceptando nuestro caballero el duelo ante tamaña
afrenta. De perderlo daría al traste con sus aventuras y le
obligaría a retirarse a su pueblo, a cuidar de su hacienda y de su
casa y a olvidarse de los libros que tanto daño le habían
producido.
El
alcalde de Valencia de Don Juan, por su parte, nos anuncia su nuevo
lema publicitario para el Ayuntamiento: transparencia, honradez y
eficacia. Y se ve obligado a hacerlo justo cuando el Tribunal de
Cuentas, en el fallo decimoséptimo de una sentencia que está
recurrida por las partes implicadas en un alcance contable, que
supuso la falta de 25.000 euros contantes y sonantes y que tiempo
habrá de analizar con detalle cuando finalice todo el recorrido
judicial aún en marcha, afirma lo siguiente: “Teniendo
en cuenta la ostensible falta de control y desconocimiento existente
en el Ayuntamiento por parte de sus representantes sobre las
funciones desarrolladas por las encargadas de los servicios de agua y
de recaudación, la falta de instrucciones expresas de los
responsables municipales sobre el modo de actuar respecto del cobro
de las tasas, en ausencia de la Recaudadora, y, por otro lado, la
autorización a la encargada de la gestión de aguas, de que se
realizara el cobro en metálico al abonado, con el fin de favorecer
al ciudadano...”
El
Tribunal de cuentas nos dice -con una rotundidad que debería
sonrojar a quien lleva 18 años al mando- que en el Ayuntamiento se
dieron situaciones como las siguientes: ostensible falta de control y
desconocimiento de las funciones de los empleados, falta de
instrucciones, autorización de cobros en metálico... Nadie se puede
creer que se cobre en metálico para facilitar las gestiones al
ciudadano cuando tenemos todas las entidades bancarias en un radio de
100 metros. Esta anomalía no la entiende ni el vecino del pueblo más
pequeño de nuestra comarca, donde no hay banco y no se realizan
ingresos en metálico en su Ayuntamiento desde hace años. Se
permitía y se permite el cobro por extrañas razones que
desconocemos.
Está claro que la nueva divisa publicitaria del
Ayuntamiento (transparencia, honradez y eficacia) se debería
presuponer a todo gestor público, puesto que sería intolerable que
las decisiones tomadas fueran opacas, corruptas e ineficaces. Por
tanto, parece algo absurdo tener que enfatizar o remarcar estas
obviedades, a no ser que uno no esté muy seguro de ellas.
Volviendo a los libros de caballerías, a la playa de
Barcino y al lance decisivo del duelo, Rocinante tropezó y D.
Quijote se vio proclamando en el suelo, con la lanza del Caballero de
la Blanca Luna señalando su posible final, que Dulcinea del Toboso
era la más hermosa mujer del mundo y pidiendo a su adversario un fin
acorde al personaje épico que era: “aprieta, caballero, la lanza y
quítame la vida, pues me has quitado la honra.”
En cambio, la gestión política del servicio de aguas
dependiente de la jefatura de personal que ostenta Martínez Majo
-aunque pretenda disimularlo para eludir sus evidentes
responsabilidades-, ha sido sentenciada de manera letal en el fallo
del Tribunal de Cuentas, pero, lejos de hacer autocrítica, dar
explicaciones o disculparse, opta por zafarse de la certera lanza,
olvidarse de la honra (política) y desmarcarse con nuevos proyectos
para el municipio, que suponen un desembolso económico importante y
que, marcando el modelo de ciudad para los próximos años, no ha
tenido la delicadeza de consensuar con los grupos políticos ni con
los ciudadanos a través de sus asociaciones. Proyectos que se
dividen entre los que son necesarios y llegan tarde, que nosotros
apoyamos (Centros Joven y del Mayor), los ordinarios, que igualmente
apoyamos (mejora de infraestructuras en el polígono industrial) y,
por último, los faraónicos, innecesarios y fuera de contexto por la
crisis económica que vivimos actualmente (la famosa piscina con olas
y el recinto ferial permanente en la zona inundable del río,
proyectos ambos que suponen un gasto de más de 170 millones de las
antiguas pesetas), que nos obliga a estar políticamente frente a
ellos, como lo estuvo Sansón Carrasco ante al ingenioso hidalgo
manchego en la playa de Barcino.
Artículo de opinión publicado por Jorge Mateos Álvarez en el Diario de León el 30 de mayo de 2013
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