sábado, 8 de octubre de 2011

Multitudinaria presentación del libro "Recuerdos y reflexiones de un caminante"

La Casa de la Cultura se quedó pequeña en la presentación de la obra de Alberto Pérez Ruiz

El autor, acompañado del editor y del portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, resumió la obra e invitó a los representantes actuales a "dignificar la política"

Transcribimos la presentación del acto que hizo Jorge Mateos Álvarez, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Valencia de Don Juan:

"Ahora de pueblo en pueblo
errando por la vida,
luego de mundo en mundo errando por el cielo
lo mismo que esa estrella fugitiva...
¿Después?... Después...
ya lo dirá esa estrella misma,
esa estrella romera
que es la mía,
esa estrella que corre por el cielo
sin albergue como yo por la vida"

Portavoz del PSOE, el autor y el editor durante la presentación
Con estos versos tan apropiados para la ocasión del poeta zamorano León Felipe, pertenecientes a su obra Versos y oraciones de caminante, poeta por cierto por el cual tenemos cierta querencia los tres que hoy conformamos esta mesa, arrancamos la presentación del libro de nuestro amigo Alberto, Recuerdos y reflexiones de un caminante, junto a José Antonio Martínez Reñones, el editor. Y estamos, como no podía ser de otra manera, en la Casa de la Cultura de Valencia de Don Juan que, inaugurada en abril de 1983, se ha convertido con el paso del tiempo en el edificio que ha cobijado la mayor parte de las actividades de ocio y cultura en nuestra localidad. Este edificio fue uno de los aciertos estratégicos de Alberto como alcalde de Valencia de Don Juan. Los otros tres: municipalizar el polideportivo, construir un pabellón de deportes y un frontón cubierto y, sin duda el más importante y que menos se ha reconocido, la puesta en marcha del Polígono Industrial El Tesoro. Sin estas infraestructuras nuestro pueblo no sería lo que hoy es: un atractivo destino para el turismo veraniego, principalmente asturiano, de sol y descanso, y un referente industrial con empresas de la dimensión de Ceranor, Los Blancos o Garnica, y muchas otras locales, más pequeñas pero no menos importantes, que sacaron del casco urbano sus negocios. Concluyendo: Alberto ha hecho bastante más por Valencia de Don Juan de lo que se le ha querido reconocer. Y sobre todo hizo lo más difícil: empezar de cero cubriendo las necesidades más básicas de los ciudadanos al tiempo que iba sentando las bases del crecimiento futuro. 

El público abarrotó la sala de conferencias.
Si positivo es el balance que hago de Alberto como alcalde, no lo es menos como Presidente de la Diputación provincial de León, cargo que ejerció durante 7 años. Eran los tiempos en los cuales las funciones y competencias de estas eran mayores, puesto que aún el mapa autonómico estaba configurándose. Su misión era asistir a los municipios pequeños, que, en una provincia tan grande como la nuestra, carecían de casi todo: muchos de ellos de luz, teléfono, red de alcantarillado, acceso rodado por carretera... Y ahí es donde nos encontramos con el Alberto infatigable, el que recorre la provincia de cabo a rabo, el que aprovecha los domingos para saborearla con su familia y empaparse de las gentes que habitan las extensas y diversas comarcas leonesas. Pero además de atender las pequeñas reivindicaciones de cada aldea nos encontramos nuevamente con Alberto y su visión de futuro. Adquirió Pallarés, que hoy alberga el Museo de León; se empeñó en buscar una solución para los habitantes de Riaño cuando el cierre del pantano era inevitable y hoy se están modernizando los regadíos del sur de la provincia con la diligencia de quien fuera uno de sus mejores colaboradores, Graciliano Palomo, y apostó por el Aeropuerto como una infraestructura más para el desarrollo de León que hoy es una moderna terminal habilitada para operar internacionalmente. Curiosamente, estos tres aciertos han sido reconocidos con el paso del tiempo por la vía de los hechos por quien fuera en su momento compañero del partido, aunque de distinta facción, y hoy Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Es verdad que Alberto y José Luis no se entendían en muchos aspectos, sobre todo formales, que son esenciales para medir la calidad de la democracia, y tuvieron sus profundas divergencias. Y es verdad que Alberto las cuenta en esta obra que hoy nos reúne. Y te honra Alberto que lo cuentes sin revisar el pasado por llegar donde ha llegado José Luis, y digo que te honra, por no apuntarte ahora a un cómodo: “yo era amigo del Presidente”. En buena hora decidió Alberto emprender la marcha a Santiago ya que ha sido el pretexto perfecto para recordar su trayectoria vital desde su Logroño natal hasta León, y plasmarla en esta obra cuya lectura os recomiendo encarecidamente. Estas memorias no son un libro de historia, pero sí dejan constancia de muchos fragmentos de la pequeña historia, la de los pueblos y sus habitantes. Y a enriquecer esta historia Alberto, con su vocación de acción colectiva, ha contribuido sensiblemente a engrandecerla allá por donde ha pasado. 

Alberto, el párroco. Alberto, el político. Y Alberto, el docente. Son estos los tres proyectos de vida que más le han ocupado y preocupado. Y siempre que las circunstancias se lo han permitido los ha desarrollado en el entorno rural, entorno por el que ya apostaba como maestro en los años 70, abogando por lo siguiente: si en vez de mandar a vuestros hijos a la ciudad o abocarlos a un futuro sin mañana en su tierra, los formamos aquí no cabe duda de que lo que tendrá un porvenir mejor son los pueblos y sus habitantes. En este presente tan incierto, que nos hace desconfiar profundamente de los tiempos que vienen, el fallecido historiador británico, uno de los pensadores socialdemócratas de referencia del siglo XX, Tony Judt, en su libro Algo va mal, apuesta porque los progresistas nos olvidemos de crear nuevas utopías y nos anima a recordar los logros del bienestar en el pasado reciente; pasado que está mejor iluminado que cualquier futuro. Por eso tienen sentido estas memorias de nuestro amigo Alberto, tus memorias Alberto, porque tu ejemplar tránsito por la vida -hasta el punto de plantear tu libro como una rendición retrospectiva de cuentas a los ciudadanos que a través de las instituciones que representabas depositaron en ti su confianza- nos alumbra a quienes tenemos que desempeñar ahora tareas similares a las que te tocaron. 

Mª Jesús Suárez, concejala, Pepe Guayo, Manolo, portavoz socialista
en San Millán de los caballeros, Jorge Mateos y el autor.
 Alberto: Padeciste la escasez de posguerra, perteneciste a la Iglesia e intentaste evangélicamente estar con los más necesitados, luchaste contra la dictadura, participaste en la construcción de la democracia, en los primeros gobiernos locales y en el proceso de gestación de las autonomías… pero no lo hiciste solo como no hiciste solo el camino de Santiago, lo hiciste con muchos amigos y colaboradores, muchos de los cuales hoy estamos aquí y que a buen seguro comparten que haya escogido para cerrar esta presentación otros versos del caminante con el que iniciamos esta velada, León Felipe, a modo de deseo de quienes queremos seguir acompañándote en tu viaje con la misma vitalidad y energía renovable que hasta ahora te han caracterizado. 

" Pocos... y cortos, muy cortos...
y sin afán también los años que me resten de vida...
Quiero vencerlos sin congojas ni agonías,
sin ambición y sin envidias...
y arribar a la posada de la muerte
cuando me sienta joven todavía."

1 comentario:

  1. A propósito de la entrada añadimos la columna de hoy de Daniel Gavela, publicada en el 'Diario de León' y que lleva por título 'Alberto Pérez Ruiz'

    En 1989 se celebró un homenaje a Ramón Carnicer en Ponferrada organizado por el Instituto de Estudios Bercianos, que entonces presidía José Antonio Iglesias Arias.

    Ramón estuvo presente y participaron diversos escritores y críticos. Como era de esperar, Antonio Pereira fue pieza clave de aquellas jornadas, tan particularmente hermosas. Donde, además, nos reímos mucho. En las cenas, en los actos y en la calle. A mí me impresionó la leal implicación de los políticos en el homenaje. Muy particularmente, del entonces presidente de la Diputación, Alberto Pérez Ruiz.

    Me sorprendió su interés sincero y cómplice por los actos programados. Por las conferencias y por la obra de Ramón Carnicer, que siempre ha estado un poco en el olvido. Porque en este país se paga muy caro no formar parte de determinadas camarillas. Como dice Arcadi Espada, en España se premia el quién y no el qué. En todo.

    Pérez Ruiz era y es una especie de Antonio Machado que desempeñó importantes cargos públicos. Un profesor de secundaria socialista, enraizado en la mejor tradición de ese gran partido, que es la de la cultura y la educación. Unas señas de identidad que en buena parte ha abandonado para caer en el sectarismo cultural y en la demagogia igualitarista en lo educativo.

    El sueño de los demócratas en tiempos de Franco era la cultura. La democracia y la cultura iban de la mano. La democracia llegó, pero la cultura quedó en segundo plano. Eso fue así porque los políticos socialistas no se esforzaron como debían. Hicieron mucho, pero hicieron poco.

    En cuanto a la derecha, no hay mucho que esperar. La derecha tiene de la cultura un criterio ornamental. Por eso en sus organigramas la fusiona con el turismo y no con la educación. Hay nobles e importantes excepciones sin duda, también en León; pero en general para la derecha la cultura es un gasto muy recortable. Y para la izquierda debería ser, siempre, el único gasto que debe aumentar. Incluso cuando hay crisis. Y gastar bien, claro.

    Pérez Ruiz simboliza todo eso. También cómo un señor de la Rioja se integra y forma parte muy activa de la cultura y la sociedad leonesas. Porque la modernidad es eso: salir del terruño, hacerse vida y tiempo en otros escenarios. Ahora se publica un libro de don Alberto, a quien no volví a ver desde aquel remoto 1989. Es un texto de pensamientos, de palabras sabias que son expresión de autenticidad.

    Y mientras eso pasa vivimos añorando un socialismo vinculado estrecha y creativamente a la cultura y al universalismo. El que construyó cuatro mil escuelas en la República en solo cinco años. De ese sentir viene el profesor Pérez Ruiz. Y su libro.

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