domingo, 4 de noviembre de 2007

Reforma del Estatuto de Castilla y León

Castilla y León de cara al futuro

El domingo 28 de octubre, el leonesismo inundó las calles de la capital de la provincia de León. ¿El objetivo de los manifestantes? La autonomía para la provincia. Todos los asistentes alzaban la bandera granate y ponían el grito en el aire proclamando a los cuatro vientos su deseo por constituirse en una comunidad autónoma independiente de la actual Castilla y León. De sembrar la polémica se encargó Francisco Fernández, actual alcalde socialista de León, que acudió a la manifestación declarando que lo hacía a “título personal”. Pero éste no es el único acontecimiento de los últimos días relacionado con la autonomía castellanoleonesa.

El martes 30 de octubre el Congreso de los Diputados respaldó la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, y se prevé que el 21 de noviembre lo haga también el Senado. Esta reforma contó con los votos favorables de la mayoria de los grupos parlamentarios, incluyendo al PP y al PSOE, contabilizándose las únicas abstenciones de IU, BNG, PNV y la Chunta Aragonesista. En el Estatuto se contemplan las competencias que ya tenía la Comunidad Autónoma y se añaden más (como, por ejemplo, el fomento y la promoción de las producciones artísticas y literarias de Castilla y León o las competencias sobre la cuenca del Duero y las demás aguas de la Comunidad) y se otorga el reconocimiento de comunidad histórica y cultural.

Julio Villarrubia, Secretario General del Grupo Parlamentario Socialista, se dirigió hacia Juan Vicente Herrera pidiéndole que el primer objetivo y finalidad del Estatuto deba ser el fin de “la sangría de la pérdida de población”. Por su parte, el BNG tachó de idioma inventado el “leonés” (llionés) y transimitió su descontento con respecto a El Bierzo, que según la formación nacionalista sufre “un proceso de españolización renegando de sus características específicas”. Frente a estas posturas, también encontramos las pesimistas de Joaquín Otero, Secretario Regional de la UPL, quien no está satisfecho con la reforma y cree que “no va a modificar la calidad de vida de los ciudadanos, ni va a suponer un antes y un después”.

El resto de castellanoleoneses esperamos que este estatuto ayude al desarrollo de nuestra comunidad autónoma con vistas a un futuro más esperanzador, sobre todo para los jóvenes y para los ciudadanos de las poblaciones rurales.

9 comentarios:

  1. Como supongo que esta entrada tiene únicamente un carácter y un propósito informativos, quisiera matizar algunos aspectos de la misma, aunque solo sea para evitar indeseables confusiones, aunque los que apostamos por la justicia y el respeto a la verdad llevamos soportando durante demasiado tiempo ingentes "confusiones", que conseguirán su miserable objetivo de mantener la mentira y la barbaridad repudiando la historia, la veracidad y los derechos legítimos, pero nunca podrán torcer la decente senda de la razón. En primer lugar, se dice que el leonesismo inundó las calles de la provincia de León (de la ciudad de León, en todo caso, si realmente las inundó, que no lo creo), con el objetivo de conseguir la autonomía para la provincia de León. Aquí sí que se incurre en una grave equivocación, impropia de alguien que pretenda saber del asunto tratado, salvo que ese dislate sea deliberado. Los ciudadanos españoles que se manifestaron por las calles de la ciudad de León tenían dos objetivos: uno, coyuntural, expresar la protesta razonable por la aprobación del nuevo estatuto de Castilla y León; y, dos, tradicional o estructural, explicitar una vez más la reivindicación cívica y democrática de la autonomía para la región de León, no para la provincia de León. En este punto radica una de las trampas y de las argucias engañosas de quienes pretenden seguir siendo corresponsables del absurdo inventado (por algo tendrán que recurrir a semejantes artimañas): preguntan burlonamente por los límites de la supuesta región o por la esencia de la misma. La respuesta es sencillísima: la región leonesa comprende los territorios que los inmorales políticos de 1983 decidieron unir a la región castellana del norte para formar lo que se conoce con el nombre de Castilla-León, primero, y de Castilla y León, después (hasta en el mismo nombre se lían, muestra de que no se lo creen ni ellos). Exactamente eso es la región leonesa. Pero si resulta necesario precisar, la región de León incluye las tres provincias leonesas de Salamanca, Zamora y León, y para esa región es para la que los ciudadanos leoneses demandaron su correspondiente autonomía, amparándose en el derecho recogido en la Constitución. No tendría sentido evocar tal derecho si se reivindicase la autonomía para la provincia, porque la Carta Magna no reconoce el derecho de constituirse en comunidades autónomas a las provincias, sino a las regiones y nacionalidades. Algo distinto es lo que proponen algunas voces que optarían por que únicamente la provincia de León obtuviese su autonomía en caso de que las otras dos provincias leonesas, la zamorana y la salmantina, no desearan juntarse a la primera, tras 25 años de pertenencia oficial a esta comunidad creada e impuesta, llamada Castilla y León, con una indecente manipulación y unos esfuerzos ímprobos por ir creando una identidad "catellano-leonesa" (después se dice que no existe una identidad leonesa, aunque se hayan dedicado 25 años a ocultarla y asfixiarla mientras se pretendía inventar e imponer una nueva).
    Por último, por ahora, quien quiera pensar que con este estatuto los leoneses, y especialmente los jóvenes, vamos a tener un futuro más esperanzador, ya puede resignarse o empezar a hacer las maletas. Lo triste es que algunos socialistas atraquen y pisoteen la ideología que dicen sentir y defender mientras siguen colaborando vivamente con la desigualdad y el engaño.

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  2. Amigo Daniel.

    En efecto, había un fallo de redacción, que asumo y sólo es imputable a mi impericia y torpeza a la hora de revisar, como aconstumbro a hacer con todos los textos que se publican en el blog, las entradas. La autora de la interesante entrada, que da pábulo al presente comentario, confío en mí para que modificase ese error. Por lo tanto, en primer término, agradezco que señales la tara del artículo que ya ha sido subsanada y que asumo. Una vez, eso espero, acendrada la forma, vayamos al fondo.

    1)Te incluyes en el grupo de "los que apostamos por la justicia y el respeto a la verdad" que lleváis (debería decir llevamos, puesto que no me excluyo del etéreo grupo)tiempo padeciendo confusiones. Solucionado el embrollo de equiparar ivoluntariamente las calles de la capital a las de la provincia, no creo que haya más "confusiones" en el texto, por cierto, sustancialmente informativo.

    2)Ciertamente la manifestación fue un bluf más, que esta vez congregó, afortunadamente, a menos individuos. Quizá en vez de utilizar la expresión "inundó las calles" había que haber utilizado otra más certera. "Chirimiri leonesista en las calles".

    3) La pregunta que inexcusablemente tengo que hacerte es la siguiente: ¿Qué argumentos dieron los manifestantes (hablo, por supuesto, de los coyunturales, esto es, más allá del folclore argüido para oponerse al Estatuto en base a una mitológica historia de Reyes, diezmos y demás zarandajas, si tenemos en cuenta que vivimos en el Siglo XXI, mediaveles.

    4) Las culturas son un proceso abierto. Por lo tanto, lo que pretenden las ideologías con el sufijo -ismo acoplado a una nación o territorio (leonesismo, catalanismo, nacionalismo vasco) es conversvar la cultura, la lengua las tradiciones (sí, conservar, palabra cercana a conservador y a conservadurismo) imponiendo restricciones o "sugiriendo" recomendaciones en último término a los ciudadanos (hable "llionés", vasco o catalán, que nuestra cultura está en peligro; no juegue a la Diana en un bar, no aprenda a tocar el piano y, por ejemplo,no acuda a la bolera a jugar a los bolos. Dedíquese a conservar tradiciones inveteradas, practque los bolos leoneses y la flecha o la rana, combata en la lucha leonesa, apúntese a la Escuela de Formación Tradicional Leonesa...)

    5) El devenir de la historia, afortunadamente, ha desvirtuado sustancialmente la sentimental identidad colectiva de lo que se denomina la "región leonesa". Creo, Daniel, que tenemos que darnos cuenta que tu identidad no es la leonesa al 100% y no hablas con esa condición al mundo. Debes darte cuenta que la identidad de una persona está conformada por muchos factores (lengua, valores, vivencias personales, creencias, preferencias , metapreferencias...). Por consiguiente, como no puedes ser enteramente leonés, eres ciudadano del mundo (hablas castellano, has tenido la fortuna -porque tú no elegiste nacer en León- de nacer en Europa occidental, la región más próspera del mundo, conoces el sur de León y sabes que si hay una comunidad con su arquitectura singular, con sus paisajes uniformes, ésa es Tierra de Campos (que abarca cuatro provincias de castellanoleonesas: Palencia, Zamora, Valladolid y León) y sabrás que nada se asemeja a los Ancares esa zona, ¡qué fácil es jugar a los diferencialismos culturales!

    6) Convendrás conmigo que la ideología nuestra, el socialismo, está al servicio del hombre. Es un proyecto emancipador que pretende ser garante de los derechos y libertades fundamentales del ciudadano. En cambio, tanto el leonesismo como los nacionalismos, valga la redundancia, subvierten esa relación y subordinan a los seres humanos a las ideas (para que el leonés se hable los leoneses debemos estar al servicio de una lengua muerta y felizmente sepultada hace siglos, debemos envolvernos en nuestra bandera excluyente y las demás parafernalias que llevan consigo los proyectos comunitaristas).

    Un saludo. Aguardo respuesta.

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  3. Sigo el blog, y parece que los dos tenéis algo de razón.
    Ahora bien, el punto 6 del segundo comentario: "Convendrás conmigo que la ideología nuestra, el socialismo, está al servicio del hombre. Es un proyecto emancipador que pretende ser garante de los derechos y libertades fundamentales del ciudadano.", no se lo cree ni el que lo ha escrito. Conjugar a la vez socialismo con servicio del hombre y con garante de los derechos y libertades fundamentales del ciudadano entiendo que sea un error de redacción porque sino no se entiende.

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  4. Querido lector anónimo del blog. Por supuesto que me reafirmo en el fondo de lo que he manifestado en el punto "6". Voy a intentar hacerlo más inteligible.

    a) El socialismo es, efectivamente, un proyecto emancipador del hombre. Nace en un contexto muy determinado con ese propósito. Nuestro ideario quedó resumido en "El manifiesto comunista" de Marx: "En lugar de la vieja sociedad burguesa, con sus clases y oposiciones de las mismas, aparece una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos" (Alianza Editorial, Madrid, 2005, pág. 69).

    Si admitimos la segunda acepción de la RAE del vocablo emancipar ("liberarse de cualquier clase de subordinación o dependencia") parece lógico que si los socialistas aspiramos a esa sociedad en la que la condición imprescindible sea "el libre desarrollo de cada uno", creo, humildemente, haber demostrado que el socialismo es un proyecto emancipador al servicio de todos los seres humanos.

    b)Y ahora, en el siglo XXI, ¿qué es el socialismo? Quizá sea la profundización y consolidación de los ideales republicanos de democracia y de justicia. Para un republicano, la ley es la máxima garantía de la libertad. Como es bien sabido, en un Estado democrático los ciudadanos están sometidos a un ordenamiento jurídico, cuya norma básica, la constitución, garantiza los derechos inalienables del hombre, recogidos en la Carta Universal de los Derechos Humanos. Por consiguiente, la socialdemocracia o socialismo de la Europa occidental, considera irrenunciables los derechos individuales de las personas y los amplía a todos los ciudadanos como ha hecho el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Por qué? Porque el socialismo pretende una sociedad donde no haya injusticias, donde todas las personas tengamos las mismas oportunidades, independientemente de nuestro origen o condición, para planternos nuestras ideas de vida buena. Pero la libertad no consiste solo en poder plantearse esos proyectos sin interferencia del Estado (la libertad negativa), al contrario, la libertad la entendemos como "no dominación", como la posibilidad que tienen los individuos de diseñar sus proyectos vitales y materializarlos.

    Un saludo.

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  5. Estimado Jorge:

    Existe una esencial diferencia entre tu cuerpo argumental y el mío: yo circunscribo mi razonamiento a unas muy concretas cuestiones, para que la precisión y la diafanidad imperen, mientras que tú te refieres a materias muy diversas y dispersas alejándote, consciente o inconscientemente, del núcleo por que mantenemos este fructífero y sano debate. Mientras que yo expongo unas "acusaciones" determinadas sobre unas actuaciones específicas, tú me imputas numerosas actitudes y prácticas nacionalistas como si yo estuviera inmerso en ese mundo, por el no tengo afinidad y del que nunca me has oído hacer ninguna apología (otros no pueden decir lo mismo, cuando tiempo atrás defendías a capa y espada el abominable estatuto catalán porque Cataluña era una nación; y no quisiera entrar en el terreno de los cambios de chaqueta ni nada similar). En consecuencia, te solicito que aportes tus razones sobre aquellos concretos elementos que están sobre el tapete, porque no es de recibo que marees la perdiz continuamente trayendo a colación todo un elenco de rasgos nacionalistas que nunca han aparecido en ninguna línea escrita por mí, creando una confusión inaceptable por lo dañina que puede llegar a resultar. Así pues, reitero una vez más: la Constitución Española de 1978 reconoce y ampara el derecho a la autonomía de las regiones y nacionalidades que integran la nación española; ¿por qué la región de León no tiene el derecho a disponer de una autonomía, como todas las demás, que gestione adecuada y convenientemente sus recursos?; ¿por qué la región castellana del norte -antes llamada Castilla la Vieja- no tiene ese mismo derecho?; ¿por qué se nos niega?; ¿por qué se incumple descaradamente la Constitución? ¿Por qué la región leonesa y la región castellana sufren un trato desigual respecto de las demás regiones españolas? Yo siempre estaré del lado de la justicia y de la igualdad para todos, así como del cumplimiento de nuestra ley fundamental mientras esta siga vigente. Los que tendrían que explicar su incomprensible posición son aquellos que son corresponsables del engaño, del ataque a la verdad histórica y de la mezquinza y mortal injusticia, mientras dicen sentir y defender la ideología socialista. Por supuesto, existen muchos más argumentos lógicos que apuntalarían con sobrada suficiencia el posicionamiento que mantengo, a mi juicio, con coherencia y racionalidad, sin mezclar, sin confundir y sin imputar a nadie lo que nunca ha defendido. Por eso, pido lo mismo: que se responda a lo planteado, sin enmarañar ni enmascarar la verdad de cada cual.

    Por otra parte, quisiera, en primer lugar, dar la bienvenida al colaborador anónimo de nuestra feliz aventura por los mares de la libre opinión y del enriquecedor contraste de pareceres y puntos de vista; y te insto a que continúes aportando tu postura personal sobre los asuntos que vayan saliendo siempre que lo estimes pertinente, haciendo uso de nuestra arma más preciada, que no es otra que la libertad, a través de su mejor amiga, la palabra.
    Me gustaría hacer algún comentario sobre tu visión del socialismo y tu crítica a la definición de Jorge. Supongo que entiendo lo que quieres decir, porque es cierto que el socialismo, junto al comunismo y otras ideologías próximas, siempre se ha asociado a los modelos teóricos o a los idearios colectivistas, frente a los que defienden la plena actuación de la persona individual, que serían ideologías liberales, en una amplia extensión del concepto. Debido a ello, las voces más simplistas o, en algunos casos, interesadas, han afirmado sin pudor alguno que el socialismo niega la plena realización del hombre porque lo asimila indefectiblemente al grupo o al colectivo, mientras que el capitalismo y el liberalismo serían los verdaderos garantes de la libertad individual y los defensores de la emancipación del ser humano. Personalmente, pienso que es precisamente al contrario, puesto que las ideologías liberales (autodenominadas liberales, habría que decir) se olvidan de algo esencial para cualquier socialista: la igualdad y la justicia entre las personas. Y precisamente estos elementos centrales del ideario básico socialista son los que pueden lograr y desarrollar una auténtica libertad para los seres humanos: los hombres serán más libres cuanto más iguales sean, cuando el acceso al progreso, a la cultura, al bienestar...sean equitativos, cuando las oportunidades estén al alcance de la mano, de un modo racional, de todos los ciudadanos, cuando los privilegios de una minoría no maten en vida a la mayoría, cuando las discriminaciones vayan desapareciendo, etc. Por eso, el socialismo, a través de la solidaridad, ama la igualdad entre las personas y la justicia social, para conseguir lo que el capitalismo y el liberticidio han dejado realmente en un lugar postrero: la libertad. Evidentemente, esta explicación personal es muy limitada, por razones de espacio y de oportunidad, pero puede constituir la síntesis de por dónde va mi forma de pensar políticamente.

    ¡Un saludo cordial para nuestro amigo anónimo y para Jorge!

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  6. Daniel, abreviando te reitero una pregunta, concreta y ajustada al tema que propicia este debate, que te formulé en el anterior comentario: ¿Qué argumentásteis los manifestantes del sábado 28 de octubre para oponeros al articulado del Estatuto más allá de la sempiterna idea de León sin Castilla?

    En ningún caso te imputo convivencia ideológica con el nacionalismo (simplemente me limito a mostrar las obvias semejazas entre el nacionalismo y el regionalismo, además de indicar cuál es la fuente común de la que emanan tan reaccionarias ideas: el comunitarismo) cosa que tú si haces evocando un comentario fuera de contexto (yo siempre dije que lo que menos me preocupaba del Estatuto catalán era definir a Cataluña como nación, a mí me interesa el Estado y su articulación territorial, no las naciones -Walt Whitman utilizó ya el término Nación de naciones para referirse a Gran Bretaña, no me importa utilizarlo para el Estado español siempre y cuando las naciones pequeñas estén incrustadas en las grandes dentro del mismo Estado, el español-).

    Simplemente vuelvo a argumentar terrenalmente (relee el punto 5 de mi primer comentario). La pregunta que puedo formularte ¿Es injusto que los numerosos pueblos de Tierra de Campos queden fraccionados en dos Comunidades Autónomas? ¿En el Siglo XIII no se unificaron los reinos de Castilla y León? ¿Qué parte de la historia arrimamos a nuestra sardina para vindicar la configuración de las instituciones presentes? ¿Eres consciente de que en la historia, como recordó Zapatero a Ibarretxe, hay múltiples casos de que el pasado ha arruinado el presente de las generaciones futuras?

    Si yo como ciudadano creo correctamente configurada esta nuestra Comunidad Autónoma, no será injusto que siendo toda mi vida castellanoleonés (nací en 1984) pretendan decirme ahora que yo soy solo "leonés", y como tal tendré que enarbolar banderas con animales que tachan fortalezas. ¿Es socialista excluir? Yo creo que no. Al contrario, creo que es más socialista incluir. Un saludo.

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  7. Hola, de nuevo, Jorge:

    Francamente, cada vez noto más debilidad argumentativa, más carencia de un razonamiento lógico que te permita seguir manteniendo tu postura respecto de la autonomía leonesa. Sin embargo, y quizá debido a ello, te limitas a plantearme unas preguntas que, en lugar de suponer un beneficio para el interrogador, me dan pie para seguir cargando de razón la obviedad, porque en este debate concreto juego con una baza de tremenda significación: yo defiendo lo obvio; el problema es que, con más frecuencia de la necesaria, resulta muy complicado defender lo obvio, y es muy pesado y trabajoso explicarlo.
    Me preguntas por los argumentos que utilizamos los ciudadanos leoneses en la manifestación libre y democrática del domingo 28 de octubre; te contesto gustosamente: cuestiones tan razonables como la digna reivindicación de igualdad para todas las regiones españolas, sin discriminaciones ni tratos diferentes; la denuncia de la manipulación de la historia en los colegios e institutos de la comunidad autónoma; la petición del cumplimiento de la Constitución Española de 1978, que garantiza el derecho de las regiones españolas a constituirse en autonomías para descentralizar la administración; el rechazo a la lamentable situación socioeconómica leonesa que ha dejado la creación de Castilla y León, con estadísticas y datos objetivos y verificables; etc. Incluso, los manifestantes pronunciaban algunos lemas muy elocuentes, como “Salamanca, Zamora, León: somos región”, o “leoneses fuimos, somos y seremos, por castellanos nunca pasaremos” (tiene gracia que en este país haya que manifestarse por las calles para expresar estas obviedades; esto me recuerda a eso de “Navarra es Navarra, Torrelodones es Torrelodones; Villarrabines es Villarrabines…; todos nos reíamos del PP y de UPN en Navarra, pues, aquí, los leoneses tenemos que decirlo de verdad, por desgracia), o “provincias, tres: país leonés” (país en cuanto región, igual que País Vasco o País Valenciano [PSPV-PSOE, Partido Socialista del País Valenciano-PSOE], porque seguro que ya ibas a levantar el dedo acusador y a proferir indignadamente: “Ves, queréis ser un país; qué vergüenza”).
    Dices que hay tremendas semejanzas entre regionalismo y nacionalismo, y que estas aberrantes ideologías surgen de un tejido común, como es el reaccionario comunitarismo. Si el regionalismo español es fruto del comunitarismo, y quieres ser coherente, ya puedes ir reivindicando la supresión de todas las comunidades autónomas españolas que se han establecido por ser regiones, precisamente. Habría que excluir Cantabria, La rioja, Murcia, Madrid y, cómo no, Castilla y León, que no fueron constituidas por ser regiones, sino por decisiones políticas coyunturales; entiendo que, en tu lógica antirregionalista (por comunitarista), y manteniendo una mínima coherencia, estas cinco comunidades autónomas serían las que tú salvarías y dejarías intocadas. Así mismo, te insto, para que hagas honor a la coherencia nuevamente, que empieces a etiquetar como antisocialistas a todos los socialistas de las comunidades nacidas por ser regiones preexistentes (Andalucía, Galicia, Cataluña, Valencia, Aragón, País Vasco…), por su delirante actitud comunitarista
    Te he de decir también, necesariamente, que yo estaba en aquel debate sobre la Constitución, y recuerdo muy bien lo que decía cada representante de las tres organizaciones juveniles del PSOE, PP y UPL. Y recuerdo cómo tú dijiste, llevado por la corriente del PSOE en aquellos momentos (el estatuto catalán estaba en boga), para defenderte de los ataques del representante de Nuevas Generaciones del PP, que Cataluña era una nación y que, por eso, tenía derecho a cambiar su estatuto y a reconocerlo en el nuevo, porque se trataba de una realidad. Del mismo modo, abundando en tu ideario nacionalista de entonces, te atreviste a aseverar que en la Constitución habla de nacionalidad, pero que realmente es un eufemismo, y que de hecho tiene la misma raíz que nación. Por favor, no quieras ahora quedar bien y arrimar el ascua a tu sardina arreglando lo irresoluble, porque te conviene para defender tu postura en este debate. Lo que da pena es que te pasaras el tiempo defendiendo los derechos nacionales de Cataluña mientras el pobre León iba y va a pique, se despuebla, los jóvenes se tienen que marchar (tú eres un ejemplo, que te has visto forzado a ir a Galicia a estudiar la carrera porque en León no hay Ciencias Políticas, o Javi, que tuvo que irse a Valladolid a estudiar Historia porque consideraba menos prestigiosa, o de tercera clase, la Universidad de León). Mientras aquí solo pedimos ser como los demás, ni más ni menos, tú defendías que Cataluña era lo que nunca ha sido. ¡Qué gran paradoja!, ¿verdad?: aquí, sin industria, sin infraestructuras, sin renovación poblacional, sin empleo para los jóvenes…y sin lo que ha causado todo lo anterior: sin el derecho básico a disponer de autonomía, como los demás; y allí, una gran y digna nación, con calidad de vida, grandes estructuras de progreso, bienestar y cultura…; es triste, pero cierto.
    Por otra parte, te has sacado de la manga coyuntural eso de nación de naciones, que recuerda al ex socialista Maragall. Es una de las virguerías más absurdas que he escuchado desde que tengo uso de razón, después de lo de gallegovalenciano o, cómo era, ¿extremeñocastellano?; ¡ah!, no, ¡castellanoleonés! Yo voy a seguir a uno de aquí, de España, digo: al ilustre y erudito filosofo asturiano Gustavo Bueno, una de las personas mas sabias, seguramente, de la España actual y contemporánea, y un gran izquierdista, aunque, precisamente por serlo, está siendo muy critico con el rumbo de indefinición que esta tomando la izquierda en los últimos tiempos. Textualmente: “Eso de la nación de naciones es un absurdo completo, una fantasmada, también aplicado a España. Tiene el mismo esquema sintagmático que rey de reyes y señor de señores, o que círculo de círculos. Yo ruego a los presentes que, en un papel, intenten hacer un círculo de círculos; no se puede hacer, es imposible. Así que “nación de naciones” es imposible; ¿por qué?: porque todos los estados son naciones refundidas en una, porque el concepto de nación originario, el concepto de “estirpe”, de “gens”, es un concepto que se refunde precisamente en el estado. Las naciones son posteriores a los estados; la nación se va haciendo históricamente, la nación no es prehistoria en el sentido político. Una nación supone refundir otras gentes […]. Con esto quiero señalar que resulta muy vago hablar sin ningún tipo de rigor y, lo que es censurable, sacarse una explicación imprecisa y nada razonable para buscar una salida a un error previo.
    Me preguntas por la parte de la historia que arrimo a mi sardina para defender mi posicionamiento. Te respondo placenteramente: cualquiera, mejor dicho, toda; toda la historia desde el nacimiento del Reino de León en 910 hasta el año 2007, con el nefasto y triste paréntesis de 1983-2007, claro está. El que tiene que buscar y rebuscar en toda la historia algún resquicio “favorable” eres tú. Pero tranquilo, no eres el único, también ocurre algo similar con los nacionalistas catalanes, gallegos o vascos, o con los regionalistas andaluces (o nacionalistas, porque desde la realidad nacional…). Ellos leen la historia con lupa para poder encontrar algún pequeño pasaje que les permita decir “ves, aquí Cataluña...”, por ejemplo. Y eso mismo es lo que ha hecho este nacionalismo castellano para justificar la existencia de esta comunidad, tan reciente como falsa y putrefacta. Dices que en 1230 se unieron los reinos de Castilla y de León; bueno, siendo precisos con el orden cronológico habría que decir de León y de Castilla, pero bueno, no quiero tampoco entrar en pequeños matices. Es cierto, ¿quién discute eso? Nadie. Claro que se unieron los reinos, pero ahora viene toda la historia: y en cada reino había distintos territorios: en el Reino más importante, por ejemplo, el que más cantidad de territorio aportó, además de todas las estructuras legislativas, sociales y económicas, las normas sociales… estaban Asturias, Extremadura, Galicia y León. Si tomas como argumento la unión de los reinos, tienes que defender a continuación la creación de una comunidad autónoma integrada por esos territorios; si no lo haces, no tienes ninguna credibilidad. Por cierto, ¿te suenan de algo los nombres de esos territorios: Asturias, Extremadura, Galicia, León?, ¿a que sí? Mira a ver en el mapa español actual cuáles se han constituido como comunidades autónomas conforme a la Constitución: todos, pues claro, todos, evidentemente, porque todas eran regiones componentes de aquellos reinos que se fueron desprendiendo paulatinamente. Un momento, creo que falta uno; no me digas más, ¿a que es León?
    Dices que toda la vida has sido castellanoleonés (por cierto, ¿también te daría igual decir leonés-castellano, no?, supongo que no habría problema), porque naciste en 1984. Disculpa, pero eso es una tontería íntegra: mi padre, nacido en 1948, ¿tiene en su esencia o historia biográfica 35 años de leonés, y 24 años de castellanoleonés?; ¿pero qué broma esta? Yo creo que esto no es serio, francamente. Tú te puedes sentir castellanoleonés, pero tú no eres castellanoleonés, sencillamente porque eso no existe: no puede ser lo que no existe. Políticamente, se pueden formar muchas esencias (políticas), pero no reales. ¿O es que los esclavos no eran personas? Claro que eran personas, realmente, aunque políticamente fueran otra cosa, puesto que no tenían, políticamente, alma. Fíjate los argumentos que me obligas a utilizar: los esclavos eran personas. Pues aquí acaece lo mismo: los leoneses somos leoneses, los valencianos, valencianos; los castellanos, castellanos; los andaluces, andaluces…Un tío mío, que nació y vivió hasta que se casó en León y ahora lleva 30 años en el País Vasco dice que se siente vascoleonés; según tu descabellada lógica, ¿habría que crear una comunidad que se llamase “País Vasco y León”? Yo creo que no, que sería absurdo y una comunidad falsa y atroz. De igual modo, creo que Castilla y León es una comunidad absurda, falsa y atroz. Y los castellanos serán castellanos, y los leoneses, leoneses, por mucho adoctrinamiento nacionalista que desde los centros del poder se inocule en las escuelas. El mismo que se practica en Cataluña con los llamados “países catalanes” o en el País Vasco con los famosos y vindicados siete territorios (o provincias) vascos: la misma falsedad, el mismo afán anexionista, el mismo espíritu nazi, las mismas prácticas repugnantes y filofascistas: inventemos un nuevo pueblo y una nueva identidad, construyamos un historia a su medida, creemos instituciones acordes con nuestros propósitos (Fundación Villalar, etc.), ocultemos o simplifiquemos la discrepancia u oposición, traslademos todo el código de valores y el esquema de las “nuevas verdades” a los centros educativos básicos para introducir en las mentes “el espíritu verdadero” y, así, poder ir asentando toda la empresa montada. Por cierto, yo nací en 1987, y soy leonés (yo no lo elegí), y me siento leonés, es decir, siento lo que soy; yo no tengo problemas de identidad, en ese sentido: es una pena que haya gente que tenga que sentirse lo que no es, solo para poder ganar un debate o unas elecciones, o para mantener contumazmente lo que ha empezado a defender, siéndoles imposible rectificar o dar marcha atrás, quizá, por el natural orgullo humano.
    Para acabar, esos conceptos de “excluir” e “incluir” son muy imprecisos y oscuros, porque pueden valer para todo. Yo no sé si lo socialista es excluir o incluir; dependerá de cada caso. Pero de lo que no tengo duda alguna es de que lo socialista es la búsqueda incansable de la justicia, de la igualdad para todos sin discriminación, del respeto por la veracidad histórica, de la denuncia rotunda de la manipulación y el engaño en las escuelas, en definitiva, de la equidad, la lógica y la verdad.

    ¡Un saludo!

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  8. Hola, Daniel:

    Me quedo estupefacto al ver cómo cada vez que inicias una réplica emites un juicio totalmente subjetivo sobre mi supuesta decadencia argumental con la única finalidad de predisponer al paciente lector contra mis argumentos. Cuando hablas de defender lo obvio (que no será tan obvio si es tan complicado defenderlo), me gustaría recordar que esa expresión es similar a la que utilizaron los clásicos de la Ilustración cuando criticaron a los reaccionarios: “también ahora es tiempo de luchar por lo evidente”. Y da la casualidad de que las raíces de tu lenguaje las encontramos en el discurso romántico y en el nacionalismo historicista. ¡Qué le vamos a hacer si así es!, ¡qué paradoja la expresión que utilizas!

    Veo que sigues sin explicar cuáles son las objeciones que hacéis a la Ley Orgánica que reforma el Estatuto de Castilla y León, que, por poner algún ejemplo, institucionaliza el diálogo social entre el Gobierno Autonómico, la patronal y los sindicatos; respeta y considera un bien a promocionar (de existir, añadiría yo) la cultura leonesa, reconoce la importancia del Reino de León en la historia. Seguís como el “raca-raca” que dibuja Peridis en “El País” siempre pidiendo la segregación. Que a un ciudadano se le cae una teja en la cabeza en la plaza de las Cortes Leonesas, la culpa de Valladolid. Que las baldosas no están bien puestas en la calle “País Leonés”, o en Ordoño II, y un anciano se cae lastimándose una pierna, la culpa, cómo no, de Valladolid. Si llueve, la culpa de Valladolid, si no, también. Por cierto, debería haceros reflexionar que el político más relevante que os apoya a la hora de reclamar la segregación haya sido el ultramontano, por nacionalista, Iñaki Anasagasti. En cambio, líderes autorizados de la izquierda, como es el caso de Alfonso Guerra, con su habitual y sana mordacidad, han preferido tomárselo a cachondeo.

    Respecto a los problemas de León estoy harto de que los que reclamáis machaconamente la autonomía culpéis de todos los males de nuestra provincia a la Comunidad Autónoma vigente. Un dato objetivo. La minería del carbón. En 1959 había en España 100.304 trabajadores (concentrados sobre todo en las cuencas asturianas y leonesas); en 1973, 50.864; en el año 2005, 8310. La previsión del Plan del Carbón 2006-2012 es que tan sólo queden 5.302 trabajadores, de los cuales 437 trabajaran en minas de cielo abierto. Es evidente que el decline de la minería del carbón tiene mucho que ver con el Plan Energético Nacional y las exigencias económicas y medioambientales del país, pero que ocasiona un fuerte impacto socioeconómico en nuestra provincia. Podemos ser serios y analizar, junto a los problemas del campo, de un modo empírico el porqué de la despoblación o, demagógicamente, podemos decir que la culpa es de Valladolid. Si el despegue socioeconómico de Valladolid llegó con la FASA de Renault, y ésta se instaló antes de que el ente preautonómico se constituyera, ¿por qué se sigue faltando a la verdad con la falacia según la cual Valladolid ha crecido espuriamente usurpando recursos al resto de provincias de la Comunidad Autónoma?

    Respecto al sentimiento de pertenencia y demás zarandajas de las que os ocupáis, y hacéis ocuparnos a los demás, los que defendéis los derechos colectivos, quiero decir que tienes una voluntad inequívoca de imponer en tu anterior comentario: “Tú te puedes sentir castellanoleonés, pero tú no eres castellanoleonés, sencillamente porque eso no existe: no puede ser lo que no existe.” ¿Estás diciendo que no existe una Comunidad Autónoma llamada Castilla y León, cuyos habitantes, tal y como señala el DRAE, somos castellanoleoneses? Porque el sentimiento de pertenencia es algo muy personal, tú puedes sentirte entera e inequívocamente leonés y yo, en cambio, vecino tuyo, vagamente español e inconscientemente castellano, por utilizar expresión de Miguel Delibes. Si analizando las creencias de dos personas encontramos divergencia, en una provincia (con su obsoleta y caduca, como todas las Diputaciones Provinciales, Diputación de León) con más de 400.000 habitantes qué no hallaremos. ¿Cómo es posible que defiendas el derecho colectivo, es decir, una creencia colectiva, de los leoneses de constituirse en Comunidad Autónoma? ¿Se puede decir que una creencia es tratada injustamente? Las injusticias las padecen las personas, y los leoneses no vemos conculcados nuestros derechos individuales y libertades fundamentales perteneciendo a esta Comunidad Autónoma.

    Esto último viene a demostrar que las sociedades son congénitamente plurales y que es falsa la máxima por la cual “los leoneses quieren abandonar -lo que tú reiteradamente denominas `engendro´- la Comunidad Autónoma de Castilla y León”. Si en la democracia la fuente de legitimidad más importante son los votos, ¿por qué los dos grandes partidos que concurren a las elecciones autonómicas, defendiendo la Comunidad Autónoma de Castilla y León, obtienen en León más del 90% de los sufragios?

    Mientras aguardo respuesta, recibe un cordial saludo;

    Jorge Mateos Álvarez

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  9. Hola Jorge, una vez más:

    No tengo la mas mínima duda de que cualquier lector ya está predispuesto contra tus argumentos sin necesidad de que yo le advierta; cualquier lector, claro está, que conozca someramente cómo se forjó la creación artificial de esta comunidad autónoma, los elocuentes datos económicos, sociales, demográficos… de la región leonesa antes y después de 1983; que tenga un elemental conocimiento de la historia de España; y que opine asépticamente, desde una posición neutra y lo mas objetiva posible como, por cierto, hago yo, que es tal mi buscada objetividad y mi grado de concienzuda neutralidad, que con mis opiniones me enfrento rotundamente con la posición oficial de mi partido; ¿qué interés podría tener yo en atacar a mi partido o en verter pareceres contra él? Pues ninguno. El problema es que mi conciencia me impide defender la repugnante manipulación en las escuelas, la construcción de una comunidad autónoma por motivos políticos coyunturales, la sucia invención de una historia adecuada a la verdad de la nueva realidad formada, los cambios de chaqueta por mantener el cargo y el sueldo, los engaños y las falsedades, el desequilibrio, la injusticia, el nacionalismo radical, anexionista y repleto de mitologías de chichinabo y heroicidades dementes…

    Estás tan imbuido de tus tesis que no sabes ni lo que defiendes: quien defiende el nacionalismo eres tú, quien defiende algún sentimiento eres tú (el castellanoleonés), porque te hará falta, quien está justificando o, al menos no criticando, la ocultación de la veracidad histórica, de la cultura y del arte leonés y la manipulación de los niños y adolescentes eres tú; todavía no te he oído una sola palabra rechazando la manipulación en los colegios e institutos de Castilla y León. ¿Se puede ser tan sectario que, por defender una posición a ultranza, no eres capaz de abominar de algo tan terrible como esas prácticas fascistas y totalitarias? Pero si aquí se está haciendo lo mismo que en el franquismo, pero desde la legitimidad de los votos, que es mucho más repudiable e inmoral. Nunca te creí capaz de hacer oídos sordos a actos propios del nacionalismo y del nazismo más pestilente, incluso de defenderlas indirecta o implícitamente. En consecuencia, no me imputes, una vez más, discursos y apologías que nunca han pasado por mis palabras, como esas patochadas del romanticismo y del nacionalismo historicista. Como sigas con esta estrategia, me veré obligado a pensar que has hecho tuya la famosa máxima de Goebbels, “una mentira repetida mil veces se convierte en deslumbrante verdad”; pero ten por seguro que yo no lo consentiré. Cada vez que me acuses de estar instalado en posiciones nacionalistas, te diré que yo pido igualdad para todas las regiones españolas, que aborrezco la manipulación dirigida desde los centros de poder político de Castilla y León para seguir manteniendo la mentira castellanoleonesa, que rechazo el indecente ultranacionalismo castellanoleonés que edifica una nueva identidad y un nuevo pueblo, al estilo nazi, asesinando otra cultura, otra realidad existente históricamente, etc. ¿O, acaso, tú eras partidario de la anexión nazi al pueblo ario de Polonia y Checoslovaquia?; ¿lo seguirías siendo si hubieras nacido después de esa hedentina anexión…?

    Digan lo que te digan, una vez más, revelando de nuevo tu lógica incompetencia para sostener con solidez y verosimilitud la existencia y el mantenimiento de esta autonomía que tan extraña nos es, empiezas a hablar de derechos colectivos; pero si aquí el único que está defendiendo el derecho colectivo del inventado pueblo castellanoleonés eres tú: yo solamente reivindico el derecho de la región de León a disponer de una comunidad autónoma en pie de igualdad con el resto de regiones españolas. Pero por qué tienes tanto miedo a la igualdad; es que no me cabe en la cabeza, no lo puedo entender. Toda la vida luchando contra las desigualdades e injusticias en el plano teórico y cuando se te presenta ante tus propias narices un caso real de desigualdad manifiesta, en lugar de criticarla y luchar por el surgimiento de un proceso que conduzca al establecimiento de una situación más justa e igualitaria, te da por justificar la podrida desigualdad que implica el mantenimiento de esta absurda comunidad autónoma que nos han impuesto desde las cumbres del poder por “razones de Estado”, como confesó descaradamente uno de los padres del engendro edificado, el ex ministro del régimen franquista, Rodolfo Martín Villa.

    Por otro lado, no puedo dejar de decirte esto: utilizar el DRAE para este debate denota una lamentable ausencia de argumentos, francamente y, una vez más, predispones meridianamente al lector de tu precario estado en esta materia. Evidentemente, el diccionario de la Academia recoge los términos oficiales utilizados en España sincrónicamente, o sea, en este momento concreto de la vida nacional. Es tal tu desatino que yo podría decirte que buscaras en cualquier DRAE anterior a 1983 la entrada “castellanoleonés” o “castellano-leonés”, o incluso en alguna edición posterior a 1983; no lo encontrarías porque eso no existía, incluso no existió para la RAE después de la formación de la comunidad autónoma; ni la RAE se lo creía: es tan falso y burdo el invento que costaba hacerse a la idea de que eso pudiera existir de aquel momento en adelante. Además, fíjate, ya que has tenido esta sorprendente temeridad: si buscas en la RAE “castellano”, te pondrá, entre otras acepciones: “natural de Castilla”, y, en segundo lugar, “perteneciente o relativo a esta región de España“. Yo pregunto: ¿existen dos regiones en España, una llamada Castilla, y otra Castilla y León? Pero, ¿por qué algunos se empeñan en sostener planteamientos tan absurdos que me obligan a tener que emplear estas cuestiones? Es tan obvio, es tan increíble, es tan claro que da vergüenza, da risa tener que poner todas estas perogrulladas en un comentario como este. Pero yo nunca pensé que fueras a mencionar la RAE en este ámbito; es que te has cavado tu propia tumba. Primero, porque la RAE recoge lo que se dice, no lo que son las cosas: por ejemplo, de Cataluña se deduce directamente que es una comunidad autónoma; no se deduce que sea una nación como tu defendías en otros tiempos muy aciagos para ti, por lo que se ve. Te molesta que te lo diga, pero es lo que noto con mas certeza cada vez: te estas perdiendo en el bosque, en un bosque en que tú has entrado vigorosamente por algún motivo desconocido, y del que no quieres encontrar la salida. Se ve muy nítidamente, porque estas cosas se notan, de verdad. Replantéate las ideas, porque ya no sabes a qué agarrarte, porque no puedes, porque este debate lo tenéis perdido en la teoría; la pena es que en la realidad, en la política, lo lleváis ganando casi 25 años, y claro, eso da una cierta seguridad. Pero también había gente en el franquismo que, a pesar de perder todos los debates teóricos, creía que el franquismo sería infinito porque ya llevaban una andadura de 10, 20, 30…años. Por cierto, tú, si hubieras nacido en 1965, por ejemplo, ¿defenderías el franquismo, no? Porque como toda tu vida habrías vivido en el franquismo… Si es que son argumentos, por llamarlo de algún modo, tan pobres, tan ridículos, tan inconsistentes, tan pueriles, tan rebuscados… que uno no sabe si esta hablando con Juan Vicente Herrera, con Amilivia, con Morano, con Eduardo Fernández… o con Jorge Mateos.

    Ahora también te ha dado por recurrir a Alfonso Guerra, el mismo que se cepilló tu elogiado y defendido estatuto nacionalista de Cataluña. Dices que se tomó a guasa esto de los leoneses, y yo lo entiendo. Pero mira, Guerra también ha dicho y te sonará mucho, seguro…, que “allá donde haya una injusticia tiene que haber un socialista para combatirla”. Te aseguro que si conociera de verdad lo que ha pasado con León, si no hubiéramos sido callados y silenciados en el resto de España, que mucha gente no sabe ni dónde estamos en el mapa, si no fuéramos un problema de tercera, Guerra estaría aquí defendiendo esta injusticia; lo que ocurre es que se nos toma por el pito del sereno; se cree que somos como los vascos, con eso de que pedimos la segregación, etc. (es que sois tan evidentes para la gente que sabe algo del tema…; a mi me sonroja a veces, en serio). Pero bueno, salvando las desorbitadas distancias que nos separan, aquí hay un socialista que esta combatiendo la injusticia en un lugar donde se ha cometido una de las mayores de la historia de España, y algún día, cuando la historia se analice en perspectiva, se darán cuenta de ello. La pena es que tenga que defenderla contra el PP y contra algunos socialistas que, sinceramente, en este punto concreto han dejado su ideología olvidada en algún sitio y no se esmeran por encontrarla: si para eso solo hay que desprenderse de intereses partidistas, electorales, coyunturales, oficiales… y efectuar un análisis racional, desenfadado y ecuánime. Te aseguro que debajo de mis textos pondrías tu nombre gustosamente, aunque esto haya sonado muy altanero. De este modo te ahorrarías preguntas tan pueriles como “¿Estás diciendo que no existe una comunidad autónoma que se llama Castilla y León…?” Cómo voy a negar eso si, precisamente, dedico mis esfuerzos lingüísticos y argumentativos para intentar que deje de existir…Lo que he dicho es que, en la realidad esencial (no en los entes políticos), no existe ni puede existir Castilla y León ni los ciudadanos castellanoleoneses, porque eso constituye una mezcla realizada desde el papel, uniendo en una instancia político-administrativa a los leoneses con los castellanos. Pero los leoneses son leoneses y los castellanos son castellanos (el propio nombre del engendro lo denota: Castilla y -conjunción copulativa- León). Seguro que vuelves a decirme que este es un discurso típicamente nacionalista: qué dirías tú si un grupo de políticos hubieran unido a aragoneses y valencianos en un mismo ente tratando de hacer que fueran lo mismo; o si hubieran decidido unir a catalanes con franceses pretendiendo crear una nueva identidad… Pero yo te contestaré a tu reiterado intento de desviar la atención que lo ultranacionalista no es defender la justicia, sino sostener la existencia de una nueva identidad creada y la imposición de unir al nuevo pueblo a los ciudadanos que siempre formaron parte de una región española, aunque para ello haya que manipular y mentir en los centros educativos y crear instituciones pagadas con los impuestos de los ciudadanos para ayudar a desarrollar la “nueva realidad”.

    Si en democracia la fuente de legitimidad son los votos, preguntemos a los ciudadanos cuál sería su voluntad, cuál sería su voto. ¿O el miedo está por encima de la democracia? De todas formas, no voy a caer en la trampa del 90% de los sufragios: no todos los electores del PP estaban a favor de la guerra de Irak, ni todos los del PSOE son partidarios del estatuto catalán, por ejemplo. En buena lógica, no todos los electores del PSOE o del PP en León están a favor de este bodrio impuesto, porque se vota el pack, no elementos concretos: aquí tienes una buena muestra de ello.
    Por cierto, hay algo muy gracioso que nunca me acuerdo de decirte: tiene que causar un gran desasosiego ver cómo se subraya en rojo la palabra castellanoleonés, en el word, cada vez que la escribes…A mí, sin embargo, me confirma la ridiculez y la estupidez del término.

    Esperaré respuesta intuyendo parte de la misma…: cuando no hay argumentos fuertes y creíbles, se repiten ciertas cuestiones hasta la saciedad. No te quitaré de hacerlo si no quieres: me seguirás dando la razón tan explícitamente como inconscientemente.

    ¡Un saludo!

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