
El nuevo complejo deja atrás la provisionalidad del Castillo de Fuensaldaña, un lugar entrañable que fue el noble escenario de los comienzos de la Autonomía, pero cuyas múltiples deficiencias le hacían un lugar poco apto para el desarrollo de las crecientes tareas parlamentarias. La nueva Sede de las Cortes de Castilla y León constituye un edificio cuya brillante y vanguardista arquitectura configura un poderoso foco de atracción para la Comunidad, que renueva sus dotaciones urbanísticas y su imagen exterior además de simbolizar con su acentuado carácter representativo la esencia democrática de la más destacada institución de la Comunidad, configurando, en definitiva, un edificio para las Cortes del Siglo XXI, que cubre sobradamente sus necesidades funcionales y ofrece al mismo tiempo la imagen más moderna y pujante posible de Castilla y León.
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