Permítanos hoy esta pequeña nota de humor. Si bien es cierto que el asunto de los micrófonos abiertos puede jugar una mala pasada a cualquier político, en el caso del censurable comentario de Esperanza Aguirre acerca de un compañero de partido, al cual calificó de "hijo de puta", resulta revelador y nos muestra una forma agresiva de entender el poder. Además, en su caso, tiene su gracia que quien se autoerige en denodada defensora del liberalismo intervenga de manera tan grosera en Caja Madrid para dirigirla.
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