lunes, 18 de febrero de 2008

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Una semana con Zapatero

Durante una semana entera un reportero y un fotógrafo de El País se convirtieron en la sombra del Presidente del Gobierno de España y líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Extractamos una parte del reportaje publicado ayer por el periódico global en español:

"Zapatero aparece sonriendo y lo primero que hace es saludar a su secretaria. Ofrece café y para él pide un vaso de agua - "he estado corriendo un rato"-. Luego rompe el hielo contando que acaba de telefonear a José Saramago para preocuparse por su salud y que lo ha encontrado bien. "Me ha dicho que las nuevas generaciones de escritores españoles deberían estar escribiendo sobre la situación de la derecha en nuestro país". (...)

Zapatero, la vicepresidenta Fernández de la Vega y cinco de sus ministros se dirigen -junto a un séquito de unas 60 personas- a la XXIV cumbre Hispano Alemana. Pero para cuando el presidente español se encuentre con la canciller alemana, ya la tendrá muy vista. Hoy, en las portadas de casi todos los diarios españoles aparece Angela Merkel haciéndose carantoñas con Mariano Rajoy, a quien desea, "de todo corazón", que triunfe en las elecciones del 9 de marzo. Parece una ocasión estupenda para ver si el tan traído y llevado talante de Zapatero sigue pasando sin problemas la ITV después de cuatro años en La Moncloa y en vísperas de una reñida contienda electoral. Sus colaboradores no albergan ninguna duda.

-Busca a alguien a quien el jefe haya echado alguna vez una bronca. En La Moncloa o antes de llegar a La Moncloa. Verás como no lo encuentras. (...)

Después de hacerse una foto de recuerdo ante el mural de Miquel Barceló, enfilan la salida. Zapatero se dirige al canónigo. "Está muy bien la catedral, no tiene la altura de la de León, pero está muy bien". Por insustancial que parezca, en esa frase se resumen dos de las características de Zapatero. Su vocación irreprimible de sintonizar con sus contrarios -contra más contrario, mejor- y el recuerdo a León. (...)

A la mañana siguiente, viernes, los ministros esperan en la sala del consejo -sistema de doble puerta que guarda la confidencialidad de las deliberaciones- a que Zapatero termine una entrevista con un periódico gratuito. Segundo Martínez, el jefe de seguridad del presidente, hace recuento de lo que se les viene encima de aquí al 9 de marzo: "35.000 kilómetros. 29 ciudades. 10 actos en Madrid. 18 entrevistas...". (...)

-Me gustan mucho los mítines. Percibes enseguida cómo está el ambiente, los temas que tocan el corazón, los temas que la gente está más convencida, los temas en que la gente puede tener más dudas. Sí, disfruto mucho con los mítines.

-Pero a un mitin sólo van los convencidos.

-Sí, pero cuanto más convencidos están los convencidos, más convencen a otros. La gente necesita ver que somos muchos, que compartimos los ideales. Un mitin bueno, bueno de ambiente, de fuerza, bueno de discurso, tiene su importancia. En un mitin, más importante que los discursos, son los aplausos. (...)

Segundo Martínez, el jefe de Seguridad de Zapatero, se acerca a la mesa.

-Ando preocupado con el acto de mañana en San Sebastián.

-No te preocupes -contesta Rubalcaba-, seguro que todo sale bien. ¿Habéis hablado con la Ertzaintza?

-Sí, llevamos hablando toda la tarde.

-Todo irá bien.

-Me preocupa que algún radical intente colarse dentro del mitin.

Es entonces cuando Zapatero, que parecía abstraído, se mete de lleno en la conversación.

-¿Pues sabes qué, Segundo? No me importaría que se metieran. Tengo muchas ganas de decirles a estos, cuatro cosas a la cara.

Esto último lo dice mirando fijamente al periodista, sentado a su izquierda, casi nariz con nariz, sin pestañear, una forma que tiene Zapatero de persuadir a su interlocutor, de demostrarle físicamente que siente lo que dice, y que necesita que el otro se lo crea, que lo grabe en su cerebro como palabras de ley.

-Sí, la verdad es que tengo ganas de decirles a estos, cuatro cosas a la cara...-repite. (...)

-Sí, sí -sonríe el presidente-, alguna vez me he enterado de alguna cosa cuando el ministro en cuestión aún no se había enterado y eso, je je, los pone en una situación comprometida. Pero sí, es verdad que soy un poco heterodoxo en ese sentido. Me gusta recabar información, pedir opinión a gente muy diversa para componer una visión en conjunto. Llamo a expertos, a compañeros del partido, a amigos, de Madrid o de León. Hoy la información fluye, y de eso se puede beneficiar el presidente del Gobierno o cualquier ciudadano que quiera saber. Yo creo que la información es una de las mayores grandezas que tiene la democracia contemporánea. Cuanta más información, menos manipulación... (...)

La determinación del matrimonio por mantener la vida familiar al margen es total, innegociable. No hay manera de convencer a la mujer del presidente de que conceda una entrevista o que franquee a un fotógrafo las puertas de su casa. Sólo en contadas ocasiones -y ésta es una de ellas- se presta a ponerse delante de los focos junto a su marido. Y, cuando lo hace, cualquiera se da cuenta de que la alegría de ambos no es fingida, de que sigue vigente aquello que Rodríguez Zapatero le dijo al periodista Feliciano Fidalgo en 1986. Zapatero tenía 26 años y acababa de ser elegido por primera vez diputado por León, el diputado más joven de España. "El partido", le dijo Zapatero a Feliciano, "es el único instrumento serio, homogéneo; para mí, sentimentalmente, es mi segundo amor".

-Y cuál es el primero.

-Sonsoles, mi novia. (...)

Domingo 10 de marzo, plaza de toros de Vista Alegre. Rodríguez Zapatero, en primera fila, junto a Felipe González, recuerda aquellos días de cuatro años atrás. "Del 20 de febrero al 10 de marzo, esos fueron los días más emocionantes. Iba notando una fuerza en los mítines, en la calle, notaba que llegaba a la gente, que iba a ganar... Lo notaba en la piel. Llegaba de los mítines sin nada de cansancio, con ganas de dar otro mitin". Ahora lo sigue viendo, y también dice que ve un partido en paz como nunca. Salta al estrado y Felipe, desde la primera fila, lo aplaude con fuerza. Él le agradece su actitud pidiendo para él los mejores aplausos: "Con lo que la derecha ha dicho de Felipe, y que ahora venga toda Europa a pedirle por favor que piense en el futuro". Los militantes socialistas aplauden con fuerza. (...)"

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