domingo, 3 de febrero de 2008

Miguel Hernández: Velada Literaria "Generación del 27: Los sonidos del silencio"

Miguel Hernández revivido en el Café Diario

Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.

Nací en Orihuela, Alicante, en 1910. De familia humilde paso los primeros años de mi vida ayudando en el pastoreo de cabras del que vivíamos. Pronto despertó mi curiosidad por las letras, obligado a abandonar mis estudios devoraba libros bajo la sombra de un árbol, posiblemente el mismo donde más tarde escribiría mi primer poema, y así paso mi juventud.

La juventud siempre empuja

la juventud siempre vence,

y la salvación de España

de su juventud depende.

Buscando mi sueño, en 1931 emprendo mi primer viaje a Madrid, con la esperanza de publicar mis poemas y que la gente los conociera, pero, a pesar de que algunas revistas destacan mi valía como poeta, debo volver a mi pueblo natal tras una terrible decepción y fracaso.

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Tras mi segundo viaje a Madrid en 1934 voy forjando un círculo amistoso de literatos. Si bien Ramón Sijé con la revista El Gallo Crisis y los amigos de Orihuela me llevaron a su orientación clasicista, a la poesía religiosa y al teatro sacro, Neruda y Aleixandre me iniciaron en el surrealismo y me sugirieron, de palabra o con el ejemplo, las formas poéticas revolucionarias y la poesía comprometida, influyendo, sobre todo Neruda y Alberti, en mi ideología social y política.

Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

(…)

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

(…)

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.

En 1936, estando en las misiones pedagógicas, me informan de la muerte de mi gran amigo, Ramón Sijé.

…daré tu corazón por alimento.

(…)

No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.

(…)

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

El año 37 nunca se borrará de mi memoria, en plena guerra civil tomo por esposa a Josefina. Una nueva inspiración llega, es el amor de mi vida… con ella tengo dos hijos, uno desgraciadamente muere a edad muy temprana. Mi mujer y mi hijo son la fuerza con la que me sustento en las trincheras, en los que pienso en el frente.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

(…)

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

(…)

Para el hijo será la paz que estoy forjando.

Y al fin en un océano de irremediables huesos

tu corazón y el mío naufragarán, quedando

una mujer y un hombre gastados por los besos.

Mi obligación es defender la República, no solamente entrego toda mi persona, sino que también mi creación lírica se trueca en arma de denuncia, testimonio, instrumento de lucha ya entusiasta, ya silenciosa y desesperada. Actúo como soldado y poeta en diferentes frentes, cumplo mi función pedagógica con los soldados y les amenizo las frías noches desde las ondas…

[Joan Manuel Serrat, “Llegó con tres heridas”]

Pero aquel sueño de libertades se fue poco a poco desvaneciendo, llega el fin de la guerra y con él mi desventura y la de mi familia. Caigo preso intentando huir a Portugal, recibo cartas de mi mujer y sufro su hambre más que el mío…

Hoy estoy sin saber yo no sé cómo

hoy estoy para penas solamente,

hoy no tengo amistad,

hoy solo tengo ansias

de arrancarme de cuajo el corazón

y ponerle debajo de un zapato.

La tuberculosis es mi compañera en la cárcel, termina con mi vida, a la edad de 31 años...

Adiós, hermanos, camaradas y amigos. Despedidme del sol y de los trigos.

Miguel Hernández. 03-01-08.

2 comentarios:

  1. A éste sí que habría que multarlo por ignorante:

    "hoy solo (sólo) tengo ansias

    de arrancarme de cuajo el corazón

    y ponerle (ponerlo) debajo de un zapato."

    Y por homófobo:

    Léase este verso suyo y el resto del poema:

    "Vete, mariconazo: se te ha visto
    bajo los pantalones el roquete
    y bajo la mirada el ano hambriento."

    Texto original de Miguel Hernández, que "GOOGLE" os ayudará a encontrar...

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