Cuando los intereses eran -y tal vez son- otros
Si releemos las declaraciones que este verano realizaban a la prensa escrita de nuestra provincia el Alcalde, Juan Martínez Majo, y el concejal de Urbanismo, Mariano Fernández, comprenderemos cuál era su verdadero objetivo: calumniar al particular que denunció la ilegalidad que se estaba cometiendo. Lejos de sus intereses quedaba la defensa del patrimonio arqueológico que, evidentemente, se conservaba en el subsuelo del solar objeto de la polémica. Recordemos.
"Denuncian la construcción de un edificio sobre restos del Castrum"
La Crónica, 9 de julio de 2008
"(...) Por su parte, el primer edil de la localidad, Juan Martínez Majo, quiso dejar claro ayer que el Consistorio de esa ciudad “ha cumplido escrupulosamente con todos los trámites”. “El proyecto presentado por la empresa se envió a Patrimonio y la Comisión lo autorizó con una serie de limitaciones que hacían referencia al tono del ladrillo, y dos apuntes relacionados con las placas solares y las estructuras metálicas. En base a estas indicaciones el Ayuntamiento ha concedido la licencia de obra pero se realizará un seguimiento exhaustivo de la misma dentro de nuestras posibilidades. "Desconocemos si en la actualidad existen o no restos de trascendencia, hay quien dice que los hay, pero también se comenta que esta, es solo una zona de relleno” (...)
Evidentemente, Juan Martínez Majo no hubiera sido un buen arqueólogo.
"(...) En esta misma línea se expresaba también el concejal de Urbanismo, Mariano Fernández, quien además ve en la actitud del historiador tintes políticos, “Javier Revilla Casado, con peso político en el seno socialista, no se ha puesto en contacto con este Ayuntamiento para exponer su investigación”.
Todavía es más culpable Mariano Fernández, en su calidad de concejal responsable del asunto, y por no poder argüir desconocimiento en materia de arqueología, pues en su propia familia dispone de especialistas en el tema.
Por ello indigna recordar sus respuestas de entonces, a sabiendas de lo que atesoraba el suelo coyantino, lucharon por evitar que se estudiara y que pusiera en valor. Si tuvieran conciencia ya habrían dimitido.
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