viernes, 6 de febrero de 2009

La modernización de los regadíos en el sur de León, una prioridad

"De la azada a la PDA"

Desde el PSOE de Valencia de Don Juan hemos de felicitar al periodista de La Crónica, Manuel C. Cachafeiro, por su reportaje, con el mismo título que le hemos dado a esta entrada del blog ("De la azada a la PDA"), publicado el pasado domingo, en la sección '7 días' del rotativo leonés y que tan bien refleja la transformación que se está viviendo en el campo leonés, en todos los pueblos de la margen izquierda del Porma, pertenecientes a nuestra comarca. Esta espectacular, necesaria y hasta cierto punto revolucionaria transformación de nuestro campo es posible gracias a la decidida apuesta del Gobierno de España, presidido por el leonés José Luis Rodríguez Zapatero, por la modernización de los regadíos (a través de la SEISA, presidida por el también socialista Gracilano Palomo) y la apuesta por el desarrollo rural y la viabilidad futura de la agricultura que Matías Llorente, alcalde socialista de Cabreros del Río y líder del sindicato UGAL-UPA, siempre ha realizado:
"Ya es posible regar por ordenador, y muy cerca de León, en la margen de izquierda del Porma. Dentro de apenas un mes, cuando se siembre la remolacha para la nueva campaña, el agua volverá a brotar vía internet. En Cabreros del Río, a medio camino entre Palanquinos y Valencia de Don Juan, está la base de operaciones de la mayor transformación que está viviendo el campo leonés en siglos, por no decir miles de años, desde que la agricultura se convirtió en medio de vida para el hombre. Desde unas pantallas de ordenador se controla el riego de 7.500 hectáreas de una amplia zona que incluye los ayuntamientos de Fresno de la Vega, Cubillas de los Oteros, Valencia de Don Juan, Villlaornate, Campazas y Villafer. Dentro de poco —ya están en marcha las obras— otras 4.200 hectáreas se sumarán a este mismo sistema en la zona, en los términos municipales de Campo de Villavidel, Cubillas y Cabreros del Río, entre la carretera a Valencia de Don Juan y la vega del río Esla.

El agricultor sólo tiene que disponer de un ordenador, un teléfono móvil o una PDA. Por cualquiera de estos tres sistemas puede dar la orden para que rieguen su finca. Sin duda, toda una revolución para quienes hasta hace bien poco tenían que trasnochar para controlar el paso del agua hasta sus fincas y abrir y cerrar compuertas. Todo eso ya es historia.

Las cosas han cambiado hasta tal punto que la eliminación de las viejas acequias, en otro tiempo, símbolo de la modernización del campo leonés, es una de las imágenes a olvidar. Ni acequias, ni canales, ni grandes infraestructuras de hormigón; ahora el futuro se llama tecnología y tuberías enterradas.

Las 7.500 hectáreas que se riegan ahora por este sistema están divididas en seis sectores. La mayoría eran de secano y estaban sin cultivar como consecuencia del abandono del campo y la escasa rentabilidad para los habitantes de esta zona del sur de León, castigada durante décadas por la emigración y la falta de oportunidades. En total, son 700 agricultores los que se benefician del sistema, en muchos casos jóvenes.

Y otro dato importante. Los beneficios no sólo son para el agricultor. El nuevo sistema de aspersión reduce la cantidad de agua necesaria. En el riego de esas 7.500 hectáreas se podían consumir antes 9.000 hectómetros por hectárea; hoy sólo son necesarios 4.200, el 50% menos. Además, se evita también la contaminación de pesticidas, ya que el abonado se mezcla con el agua mediante su inyección líquida en las válvulas generales dela tubería.

El sistema aparentemente es muy sencillo, aunque detrás haya una gran inversión en nuevas tecnologías y sistemas informáticos. Es una gran trama de tuberías enterradas metro y medio con dos instalaciones para la distribución del agua: la más importante se llama hidrante y hay una para cada 12 hectáreas. Los agricultores llaman así a un complejo de tuberías y cables protegido por una estructura de hormigón —cerrada con un candado— que tiene una antena que recibe las órdenes del ordenador. Desde cada hidrante se activan las válvulas —hay una cada 2,5 hectáreas—, que son las que abren y cierran el paso del agua a los aspersores.

La orden por teléfono se debe dar con 48 horas de antelación. Sólo hay que identificar el hidrante más cercano, el sector y el número de parcela. Según explica Matías Llorente, presidente de Ugal y gran artífice de que este sistema se pueda utilizar ya en la comunidad de regantes que preside, siempre se riega de noche, entre las 12 y las 8 de la mañana. La justificación es lógica: las plantas sufren menos que a pleno día castigadas por la acción del sol. No hay límite de agua, pero tampoco se gasta de más. En Cabreros del Río se ha instalado también una estación meteorológica que en función de la evaporación marca la cantidad necesaria. Más en verano; menos en primavera y otoño. Sólo hay que dar los datos al ordenador.

La Comunidad de Regantes de la Margen Izquierda del Porma tiene también una página web. El sistema para dar la orden es el mismo: hidrante 15, sector 7, parcela 25, por poner un ejemplo. Y lo mismo a través de un PDA. El sistema funciona bien hasta tal punto que ya se ha dado la orden de regar hasta desde Italia.

La Comunidad ofrece la posibilidad de encargarse del riego toda la campaña. Los riegos, como si los pide el agricultor, se hacen cada 5 ó 6 días. En ambos casos, la factura se pasa a final de año. Eso también tiene una explicación. En diciembre es cuando se cobra la PAC. "La Comunidad adelanta el dinero y en diciembre lo recibe del agricultor. No es lo mismo plantar maíz que remolacha. Cada uno paga por lo que gasta", explica Matías Llorente.

En las 7.500 hectáreas modernizadas se planta sobre todo maíz, seguido de remolacha, alfalfa, girasol y ya en menor medida cereales. Estos días, dos grandes máquinas de la cooperativa de Ugal recogen la remolacha. En esto también Ugal marca la diferencia. "Cada una vale 80 millones. Es mucho más cómodo para sacar la remolacha. Y nos vale para todos", señala Llorente.

El sistema de riego se complementa con dos grandes balsas de 160.000 metros cúbicos de agua en la zona alta y otras tres, de 130.000, en la más baja. Las dos situadas más cerca de Mansilla de las Mulas tienen por objeto almacenar agua para el riego mientras que las otras tres intentan que no se desperdicie. Esas balsas dan a la Comunidad de Regantes una autonomía frente a Confederación Hidrográfica del Duero —la mala siempre de la película— y, sobre todo, permite asegurar dos riegos en época de sequía.

El coste de implantación del nuevo sistema ha sido de 7.000 euros por hectárea. El 20% lo asume la Junta de Castilla y León, el 24% la Comunidad de Regantes y los propietarios y el resto, el Ministerio a través de la sociedad Seiasa y la Unión Europea. Ese 24% de los propietarios tiene un periodo de carencia de 5 años y 30 años para pagar. Es decir, mientras la finca empieza a dar beneficios desde el primer día, los intereses al banco no hay que pagarlos hasta el quinto. Matías Llorente cree que también por esto todo son beneficios "para el que cree en la agricultura".

No todos lo ven igual. Hay propietarios y zonas agrícolas de León que han dicho no. El coste de 7.000 euros es diferente verlo con ojos de agricultor que de propietario. Es curioso, pero las zonas más reticentes a la modernización están siendo las más regables, como el Órbigo, el Porma, el Esla y el Tuerto, mientras que las más proclives son el Páramo Bajo, la margen izquierda del Esla o Payuelos, zonas tradicionales de secano. En los próximos tres años está previsto que 66.000 hectáreas de la provincia se puedan regar con estos nuevos sistemas.De todas formas, para los que han dicho no queda aún una última oportunidad, en un plan conjunto del Ministerio y Seiasa. "Quien pierda el tren de la modernidad lo perderá para siempre", señala Llorente, quien advierte que a partir de 2012 una normativa europea va a penalizar el consumo de agua. El futuro es esperanzador, "para el que cree en la agricultura", remarca otra vez el líder sindical. Un agricultor llegará a controlar unas 200 hectáreas. No tendrá que trabajar tanto y producirá más. Eso sí, según Matías Llorente necesita unirse, ser fuerte a la hora de comprar las semillas y los abonos, y asesorarse para rentabilizar sus cultivos.

En Cabreros, en Cubillas... ya no hay agricultores con la azada a cuestas. Si caso una llave inglesa para cerrar las tuberías en caso de avería. "Hay que intentar dejar algo mejor a las nuevas generaciones", insiste Llorente."

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