domingo, 14 de octubre de 2007

Memoria Histórica en Valderas y Valencia de Don Juan

El debate de los símbolos y los nombres

Podemos leer hoy en las páginas del diario El Mundo - La Crónica de León un artículo de Manuel Cachafeiro que, por su interés, copiaremos íntegramente en un comentario a esta entrada. Aquí transcribiremos algunos párrafos en la medida de que pone como ejemplo a Valderas y Valencia de Don Juan de localidades en las que, según el autor, no fue necesaria una Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución y violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, que es el verdadero nombre de lo que se da en llamar 'Ley de la memoria histórica'.

El artículo, que luego se endereza, parte de la premisa defendida por el PP sobre la innecesariedad de la ley: 'En Valderas y Valencia de Don Juan no hubo necesidad de una ley para poner de acuerdo a 'rojos' y 'nacionales' a la hora de recordar a todos los caídos en la Guerra Civil en un sólo monumento. Aprovechando en ambos casos las obras de rehabilitación de las plazas donde se encontraban, los monumentos erigidos al bando de los vencedores fueron trasladados al cementerio para colocar en su lugar una fuente, en Valencia de Don Juan, o un pequeño monolito, en Valderas'.

Dice de Valderas que 'el viejo monolito levantado en honor a los caídos del bando franquista fue retirado en el verano de 2004 aprovechando unas obras de remodelación de la plaza donde se encuentra, en pleno centro de la villa del bacalao. Pese a las tensiones que se vivieron entonces en el pueblo, por el desacuerdo que mostraron los sectores más conservadores de Valderas, la medida fue aprobada en Pleno, aunque el punto del orden del día fuera la remodelación de la plaza y no la retirada del monolito. Donato Caño, alcalde socialista de Valderas cuando se llevó a cabo la retirada del polémico monumento, recuerda que recibió hasta cartas de amenaza por aquella medida que sólo quería reconocer a todos aquellos que sufrieron las consecuencias de 40 años de dictadura. «No sólo a los muertos, que están muertos, sino a los vivos» explica Caño. El monumento actual es un simple semicírculo recubierto en piedra con el lema del Ayuntamiento de Valderas y una frase: «A todos aquellos que sufrieron las consecuencias de una guerra que nunca debió existir (1936-1939)». Pese a aquel gesto de reconciliación, Caño no las tiene todas consigo y piensa que «hay quien quiere volver a poner lo que había antes. Eso, al menos, dice alguno». El monolito se retiró, aunque no así el nombre de la plaza, que sigue llevando el nombre de José Antonio. Todavía hoy, muchas calles y plazas de Valderas llevan nombres franquistas: Alcázar, Onésimo Redondo, Gobernador Ameijide… Pero esa ya es otra historia'.

En el caso de Valencia de Don Juan, el párrafo comienza con las palabras 'restañar heridas', aunque no cita su autoría, que luego veremos, y dice lo que sigue: 'en Valencia de Don Juan las heridas se restañaron también en un monumento que recuerda a los dos bandos. La Fuente de la Libertad fue inaugurada en 2004 [realmente fue en el año 2000], tres años antes de que salga a la luz la Ley de la Memoria Histórica y, en este caso, con el impulso de un alcalde del Partido Popular. Su placa lo explica todo: «Aquí existió un monumento a los caídos de una guerra que nunca debió existir. Hoy, el agua de esta fuente simboliza la convivencia en libertad de todos los coyantinos». Juan Martínez Majo explica que sólo hizo lo que debía hacer. «Había que renovar la plaza y se hizo para colocar un monumento que recuerde a todos los coyantinos, por encima de sus ideas políticas», añade. Los restos del viejo monumento franquista fueron a parar al cementerio, donde se instaló una parte representativa del monolito. Y no fue la única medida en Valencia de Don Juan con un alcalde del PP. La plaza del Generalísimo, donde se encuentra el Ayuntamiento, pasó a llamarse en 2003 Plaza Mayor aprovechando también su remodelación. El Pleno también aprobó la medida por unanimidad'.

A nuestro modo de ver, el autor del artículo obvia algunos datos que son fundamentales, al menos en el caso coyantino. Y es que el monumento a los caídos de Valencia de Don Juan, del bando sublevado o franquista se entiende, fue motivo de un acuerdo todavía mucho más ejemplar en los albores de la Transición, como fue la propuesta del PSOE (Federico Osma y Baldomero Lozano) 'para restañar heridas' que la Corporación aprobó el 3 de noviembre de 1977, en virtud de la cual el monumento pasó a tener una única inscripción que decía 'A la memoria de los muertos en la guerra de 1936-1939' y que eliminó los escudos falangistas que portaba (no se eliminó el escudo preconstitucional porque, claro está, aún quedaba más de un año para votar la propia Constitución).

Por ello concluimos que, implícitamente, el autor reconoce que la retirada de elementos ensalzadores del franquismo es necesaria, e incluso nos atrevemos a decir que considera favorable la ley en este aspecto, pero que no está de acuerdo en el momento en que se realiza. Esto entronca con los postulados defendidos por buena parte de la derecha política española, que utiliza un doble discurso: si esta ley se hubiese dado al inicio de la Transición hubiera sido un ejemplo más de concordia y consenso, pero ahora es innecesaria y revanchista. Pues nosotros opinamos que, si bien todo es matizable y mejorable, algo que estaba pendiente es absurdo demorarlo en el tiempo pues de lo contrario las heridas seguirían supurando a perpetuidad. Y prueba de ello es la contradicción de Valderas, donde se eliminó el monumento pero la plaza sigue llevando el nombre del icono fascista español.

1 comentario:

  1. Artículo íntegro: "Tener memoria histórica sin necesidad de Ley" de MANUEL CACHAFEIRO:

    En Valderas y Valencia de Don Juan no hubo necesidad de una ley para poner de acuerdo a 'rojos' y 'nacionales' a la hora de recordar a todos los caídos en la Guerra Civil en un sólo monumento. Aprovechando en ambos casos las obras de rehabilitación de las plazas donde se encontraban, los monumentos erigidos al bando de los vencedores fueron trasladados al cementerio para colocar en su lugar una fuente, en Valencia de Don Juan, o un pequeño monolito, en Valderas. La memoria histórica tiene mil y una historias. Historias de un bando, historias del otro bando, y también historias donde se ha buscado la reconciliación sin necesidad de leyes. En La Bañeza, en cambio, el viejo monolito franquista fue trasladado sin más al camposanto. En su lugar, no queda recuerdo para la historia. Ni para la de unos, ni para la de otros, ni para nadie. En Valderas, el viejo monolito levantado en honor a los caídos del bando franquista fue retirado en el verano de 2004 aprovechando unas obras de remodelación de la plaza donde se encuentra, en pleno centro de la villa del bacalao. Pese a las tensiones que se vivieron entonces en el pueblo, por el desacuerdo que mostraron los sectores más conservadores de Valderas, la medida fue aprobada en Pleno, aunque el punto del orden del día fuera la remodelación de la plaza y no la retirada del monolito. Donato Caño, alcalde socialista de Valderas cuando se llevó a cabo la retirada del polémico monumento, recuerda que recibió hasta cartas de amenaza por aquella medida que sólo quería reconocer a todos aquellos que sufrieron las consecuencias de 40 años de dictadura. «No sólo a los muertos, que están muertos, sino a los vivos» explica Caño.
    El monumento actual es un simple semicírculo recubierto en piedra con el lema del Ayuntamiento de Valderas y una frase: «A todos aquellos que sufrieron las consecuencias de una guerra que nunca debió existir (1936-1939)».

    Pese a aquel gesto de reconciliación, Caño no las tiene todas consigo y piensa que «hay quien quiere volver a poner lo que había antes. Eso, al menos, dice alguno».

    El monolito se retiró, aunque no así el nombre de la plaza, que sigue llevando el nombre de José Antonio. Todavía hoy, muchas calles y plazas de Valderas llevan nombres franquistas: Alcázar, Onésimo Redondo, Gobernador Ameijide… Pero esa ya es otra historia.

    Cerca de Valderas, también en el Sur de León –donde se vivió una de las mayores represiones tras la guerra–, en Valencia de Don Juan, las heridas se restañaron también en un monumento que recuerda a los dos bandos. La Fuente de la Libertad fue inaugurada en 2004, tres años antes de que salga a la luz la Ley de la Memoria Histórica y, en este caso, con el impulso de un alcalde del Partido Popular. Su placa lo explica todo: «Aquí existió un monumento a los caídos de una guerra que nunca debió existir. Hoy, el agua de esta fuente simboliza la convivencia en libertad de todos los coyantinos». Juan Martínez Majo explica que sólo hizo lo que debía hacer. «Había que renovar la plaza y se hizo para colocar un monumento que recuerde a todos los coyantinos, por encima de sus ideas políticas», añade. Los restos del viejo monumento franquista fueron a parar al cementerio, donde se instaló una parte representativa del monolito.

    Y no fue la única medida en Valencia de Don Juan con un alcalde del PP. La plaza del Generalísimo, donde se encuentra el Ayuntamiento, pasó a llamarse en 2003 Plaza Mayor aprovechando también su remodelación. El Pleno también aprobó la medida por unanimidad.

    La instalación de monumentos conjuntos para ambos bandos no es siempre bien visto. Hay familias que entienden que no es lo mismo haber muerto en un bando que en otro. «No es lo mismo sublevarse y dar un golpe de Estado contra el gobierno legítimamente constituido que luchar al lado de la legalidad», señala una 'víctima' del bando republicano. «Lo que no se puede hacer es promover una revancha 30 años después de que muriera Franco. Las cosas fueron como fueron y no había que remover más», comenta un familiar del bando franquista. En ambos casos, opiniones de la zona de Valencia de Don Juan y Valderas. Y los dos con un mensaje final: «que se olvide».

    Javier Rodríguez González, autor de uno de los escasos libros escritos sobre el franquismo en la provincia, reconoce que en León «se ha hecho muy poca cosa» por la reconciliación entre los dos bandos y que ejemplos como Valencia de Don Juan y Valderas son muy poco frecuentes en toda España. Javier Rodríguez recuerda algún caso más en Murcia y poco más. «No es algo común, y menos las lápidas en las iglesias, que siguen puestas en muchos pueblos», añade.

    LO QUE DICE LA LEY

    Según la Ley de Memoria Histórica, los monumentos sobre la Guerra Civil se retirarán sólo cuando exalten «a una parte» de los españoles que participaron en la contienda. No obstante, la obligación se refiere únicamente a los escudos, placas conmemorativas ubicadas en monumentos y edificios públicos de titularidad pública estatal, y tendrá como excepción aquellos casos en que su valor artístico o cultural aconseje su conservación.

    El Foro por la Memoria, una organización que se define de izquierdas y que lucha «contra el olvido de los perdedores y la defensa de su dignidad sin ánimo de revancha» mantiene en su página web (foroporlamemoria.info) una sección denominada 'La caza del monumento fascista' donde aparecen dos placas colocadas en edificios leoneses: la iglesia de Santa María de La Bañeza y la Colegiata de Villafranca del Bierzo. Sin embargo, no aparece la placa polémica de la iglesia de San Marcelo de León.

    En 2003, algunos familiares de republicanos fusilados en La Bañeza pidieron la retirada de la placa, pero el párroco se negó. En cambio, el viejo monolito levantado en recuerdo de los vencedores sí se trasladó al cementerio hace unos años, sin que en su lugar se recuerde nada de la Guerra Civil, ni para unos, ni para otros. Y es que unos monumentos se retiran y otros se colocan. En los últimos años también se han colocado placas y monumentos en recuerdo de nombres del bando republicano. El más significativo, el que recuerda al capitán Lozano en el alto de Aralla, entre Geras de Gordón y el pantano de Luna, inaugurado por el propio José Luis Rodríguez Zapatero en 2001. El capitán Lozano fue fusilado la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936. El monumento, diseñado por el arquitecto Macario Prieto Escanciano, recuerda el lugar conocido como 'la trinchera del capitán Lozano' y consiste en una estructura de hormigón y piedra de cuatro metros de altura con elementos de acero.

    En mayo de este año, el Ayuntamiento de Villablino inauguró también un monolito en memoria de las víctimas de la Guerra Civil en un tramo de la ruta verde a su paso por la localidad de Villager de Laciana. Concretamente, en el lugar donde, en septiembre del año 2003, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) exhumó los restos de Gabriel García Otero. Entre los restos aparecieron varios objetos, como unas llaves, botones de nácar, un mechero de mecha y un trozo de un lápiz. La inauguración de este monolito fue fruto de una moción de Izquierda Unida aprobada por el Pleno del Ayuntamiento de Villablino el 11 de septiembre de ese mismo año 2003.

    En León, los pocos investigadores que han estudiado la contienda civil todavía no se han puesto de acuerdo ni sobre el número de muertos que produjo la Guerra Civil. Algunos estudios apuntaban hace años 600, «pero la cifra se cae por su propio peso», sostiene Javier Rodríguez. «Depende del año que se coja como punto de partida. En la represión posterior a la Guerra Civil murieron más de 3.000 leoneses», explica este investigador leonés.

    León ciudad, salvo la polémica que ha perseguido durante años a su callejero, hasta eliminar la mayoría de los nombres franquistas, ha sido un ejemplo de integración. Una de las primeras medidas de la democracia fue poner el nombre de Alcalde Miguel Castaño a la salida por la antigua carretera de Madrid. Y hace 4 años, gobernando el PP, se repuso los títulos de Hijo Predilecto y de Presidente de Honor del Colegio de Veterinarios a Gordón Ordás, retirados durante el franquismo.

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