viernes, 24 de octubre de 2008

Aclaraciones sobre la protección arqueológica del solar de la plaza Santo Domingo (III)


El origen de nuestra ciudad

¿Por qué es importante dicho solar? Por múltiples razones. El propio nombre de la plaza donde se encuentra (y como se quiere bautizar al edificio), Santo Domingo, indica que junto a allí se encontraba el antiguo convento de Santo Domingo de Guzmán, edificio que donara el infante Juan de Castilla a los Dominicos a comienzos del siglo XIV. Pero nos podemos retrotraer mucho más atrás para conocer los distintos asentamientos que hubo sobre dicho lugar.

En 1206 se documenta una mota en Valencia. Una mota consistía, grosso modo, en un recinto fortificado (empalizada) en cuyo centro se situaba una torre vigía. La población y fortificación de Coyanza había sido ordenada por el rey Fernando II a mediados del siglo XII. Por las características del yacimiento, el centro del mismo se sitúa justo en este solar, y cabe la posibilidad que la torre de dicha mota se situase aquí. La elevación de la zona podría ser un indicio de ello.

En frente se situaba la desaparecida parroquia de Santa María, la principal iglesia de la localidad, la más rica, la más importante. Bajo sus soportales se reunía el concejo coyantino, ayuntado al tañido de las campanas, antes de que existiesen las casas consistoriales. Documentada desde el siglo X, es posible que, por su situación dentro de la muralla, esta iglesia fuese el lugar que albergase el Concilio de Coyanza en el año 1055. Todo eso sucedió a tan sólo unos metros de este solar.

Seguimos hacia atrás y encontramos asedios e invasiones, las razias árabes (Almanzor, ca. 988) y antes por los godos ante los cuales el Castrum Coviacense, que da nombre al yacimiento arqueológico, resiste en el año 457. En aquel momento estamos a caballo entre la romanización tardía y la época visigoda, pero es segura la ocupación en los periodos romano, segunda Edad del Hierro, primera Edad del Hierro y la Edad del Bronce Final, lo que nos podría llevar hasta el año 1200 antes de Cristo.

Estamos pues ante el lugar arqueológicamente más importante de Valencia de Don Juan, el mismo origen de nuestra ciudad. Si hay una zona donde podemos recuperar testimonios de nuestro pasado, este es el sitio. Nuestro Ayuntamiento debería haber sido el primer interesado en el estudio este solar, habiendo prevenido de antemano al constructor para que, de común acuerdo, se realizasen las obligatorias excavaciones arqueológicas en años anteriores.

Lamento que no haya sido así. Lamento que, nuevamente, a nuestros responsables municipales no les haya interesado lo más mínimo nuestro pasado (esta vez incluso pretendiendo saltarse sus propias normativas). Lamento los perjuicios económicos para la constructora, pero ésta tiene el deber de conocer el PGOU o exigir que las autoridades le advirtieran de este factor.

Quiero dejar claro que nada me mueve contra la constructora, y la prueba más evidente es que cuando denuncié la destrucción del yacimiento de “La Muela” la implicada era otra empresa, foránea en aquel caso. Sin embargo, considero que por encima de los intereses particulares debe prevalecer el interés general: los coyantinos tenemos derecho a conocer nuestro pasado, a rescatar y estudiar los objetos que utilizaron nuestros antepasados y, sobre todo, tenemos el deber de evitar la destrucción de nuestros yacimientos arqueológicos pues su pérdida sería irreversible.

Javier Revilla Casado

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