martes, 6 de mayo de 2008

Ramón Isidoro, artista pictórico coyantino

Posmodernismo

Podemos leer en la página web arte10.com lo siguiente sobre Ramón Isidoro, artista nacido en Valencia de Don Juan en el año 1964 y que comenzó a exponer en 1993, tanto en su comunidad autónoma natal como en su Asturias de adopción, donde mantiene el taller desde 1991. Julio César Abad Vidal realiza la siguiente crítica a su obra, proporcionando pinceladas de su biografía:

"En 1998 inició su colaboración como escenógrafo e iluminador de la banda de música Manta Ray. Desde entonces, y en paralelo a su obra como creador autónomo, Ramón Isidoro ha sido un miembro, podría decirse invisible, de Manta Ray, un grupo caracterizado por sonidos obscuros y portador de un lirismo atormentado, así como por las evoluciones sónicas que parecen dibujar espirales en el ritmo y la pulsión. Una de las bandas más destacadas de su generación que, muy recientemente, ha anunciado su disolución.

El trabajo pictórico de Ramón Isidoro se está alejando de los planteamientos que le hermanaban originalmente con el empastado cromático de algunas de las prácticas abstractas herederas de los seguidores del expresionismo abstracto para devenir crecientemente en una aproximación personal a una corriente que la historiografía ha bautizado como “mística de la luz”. Una cosmovisión que se ha manifestado en diversos episodios históricos y culturales de tradiciones culturales muy asentadas y que consiste en establecer una analogía entre el poder de la luz y la divinidad. Divina luz, explícitamente, ha cifrado Isidoro esta relación en el título de una de sus pinturas (2002-2004, técnica mixta sobre tela, 73 x 60 cm).

Isidoro, como muchas de las corrientes de este misticismo por la materia, ha recurrido al oro, el metal refulgente que traduce visualmente el poder dador del Sol, otra imagen de la divinidad en múltiples culturas. Pero en lugar de servirse de pan de oro, recurre a su imitación en tintas serigráficas. En muchas de sus obras, el soporte se encuentra íntegramente teñido de oro, sobre el cual, surgen formas inidentificables en rojo. En pinturas como Lo invisible está dentro de la luz, I, II, III y IV (2005, técnica mixta sobre tabla, 150 x 120 cm, cada una), la identificación con el pan de oro de los iconos bizantinos (comparten asimismo la selección de la madera como soporte) remite consciente o inconscientemente a una lectura religiosa que las grandes manchas rojas conducen a abundar al tiempo que a matizar su sensación como la de un sacrificio. Hay en ellas una pluralidad de lecturas insólitas, que acaso quepa relacionar, por ejemplo, con imágenes macroscópicas, como las constelaciones, o microscópicas, como un territorio celular. Las manchas parecen desbordar cualquier escrutinio racional y nos conducen ante una experiencia del caos. Si entendemos la experiencia de lo sublime como la que escapa a nuestro devenir cotidiano, aquello sobre lo que no tenemos medio apropiado de comunicación, entonces el vórtice del caos supone un estado privilegiado para exceder la ambición racional, la castración meridiana que nos amenaza.

La de Isidoro parece tratarse de una evolución pausada que conoce la obsesión de la melancolía. Sería, en este sentido, posible hablar de su obra como una de tiempos lentos, en la que, como ocurre en las composiciones de bandas como la propia Manta Ray, desde un desarrollo repetitivo de temas cadenciosos se culmina en un desbordante torbellino inducido por el propio sacrificio emocional al que se aferra, lo que demuestra que su compromiso con la banda no es meramente mercenario, sino vívido y compañero. Ya en 1998, año en el que comienza su colaboración en vivo, Manta Ray es la dedicataria de una serie (Serie M. R.) de pinturas de pequeños y grandes formatos realizadas al óleo y con técnica mixta sobre tabla, mientras que muchas de sus pinturas posteriores se refieren al grupo como las series Score realizada en 1999, homónima de la gira de aquel mismo año realizada por el grupo, o Estratexa, nombre de uno de los últimos discos de la banda, editado en 2003.

Como se ha afirmado, la obra de Isidoro no se desarrolla enteramente en planos pictóricos, sino que conoce un comportamiento de acción (su iluminación de los conciertos de Manta Ray), posteriormente detenida y estudiada para su congelación en fotografías que son expuestas en cajas de luz. Las cajas de luz de Isidoro muestran, como en un bucle, imágenes fragmentadas erigidas en autónomas de las evoluciones lumínicas de la puesta en escena. Se produce en todo ello un rizo barroco. La fotografía, creación con la luz, se dirige a los efectos lumínicos de una puesta en escena. Y son ofrecidas al espectador en sendas cajas de luz, un instrumento de exposición invasor por no recibir la luz sino por proyectarla tenuemente y afectando así a la atmósfera del espacio expositivo, que, al tiempo, es contagiada por la música de Manta Ray, compuesta ex profeso para la ocasión. Esta práctica de fragmentar la acción, eliminado el elemento humano, por ejemplo, haciéndola emisora de un tránsito detenido, de una miríada de tonalidades y formas inasibles al control absoluto se manifiestan, con una belleza insólita, como un modo de conferir abstracción a la realidad, de trascenderla de su contorno meridiano, de disolverla, de engañarla para revelar más profundamente nuestra inestabilidad y nuestro arrojo."

1 comentario:

  1. Aunque la obra de Ramón Isidoro no es fácil de entender, y lo digo por propia experiencia, la realidad es que se trata de un coyantino que ha triunfado lejos de su patria, sobre todo en Asturias donde expone con una frecuencia que muchos querrían para sí, y al que no le han regalado nada ya que todo se lo ha ganado por su talento y esfuerzo. Completando la información de esta entrada diré que estudió primaria y secundaria en Valencia de Don Juan y más adelante realizó algún trabajo para el Ayuntamiento de su pueblo que consistió principalmente en una guía de la comarca hecha sobre todo a base de unos excelentes dibujos de su primo también coyantino Luis Miguel Pérez González. Los originales de dicho trabajo todavía se conservan en parte en la Casa de la Cultura.
    Por si algún lector del blog no lo sabe, su hermano Ricardo también ha trabajado mucho en su pueblo organizando los descensos del Esla que tanto éxito tuvieron en tiempos del Ayuntamiento socialista y que no han merecido ningún apoyo por parte de los actuales munícipes. Muchos conocemos el tramo del Esla que discurre entre Cabreros y Valencia gracias a las excursiones que organizaba Ricardo en aquellos tiempos en que se dedicó al piraguismo. Es autor también de unas magníficas maquetas entre las que destaca la del Castillo.
    He querido aprovechar la ocasión para recordar a estos dos hermanos de cuya inquietud y valía hemos aprendido mucho y de paso anunciar que Ramón Isidoro tiene previsto exponer en León en una de las salas de la Diputación en el próximo otoño pero aún no está decidida la fecha. Conviene estar al tanto para no perdernos este importante acontecimiento artístico.
    Por último decir que a sus padres, Ramón y Pili, tuvimos ocasión de saludarles el pasado día uno en nuestra fiesta del Jardín de los Patos que por cierto resultó muy bien y debe marcar una nueva época en esta conmemoración ya tradicional entre nosotros.

    ResponderEliminar