jueves, 1 de mayo de 2008

Manifiesto del primero de mayo 2008

Fiesta de los trabajadores en Valencia de Don Juan

Programa

11:00 h. Concentración en la Sede del PSOE (c/ Luis Alonso, 11).

11:30 h. Ofrenda floral a los paseados y difuntos. Cementerio municipal.

12:00 h. Intervenciones públicas. Pincho y vino de la tierra. Lugar: Plaza central Jardín de los Patos (junto al kiosco de la banda de música) -si la climatología es adversa se trasladará a la sede del PSOE (Luis Alonso, 11)-.

Manifiesto del primero de mayo 2008

“(…) cantamos porque el grito no es bastante

y no es bastante el llanto ni la bronca

cantamos porque creemos en la gente

y porque venceremos la derrota”

Mario Benedetti, “Por qué cantamos”


Desde que en el año 1879 Pablo Iglesias fundara el Partido Socialista Obrero Español y nueve años más tarde la Unión General de Trabajadores, el movimiento obrero de nuestro país encontró tanto en nuestro partido como en el sindicato el mejor instrumento para alcanzar su objetivo irrenunciable, y aún por conseguir: la emancipación de todos los seres humanos.

Muchos cambios ha experimentado nuestra sociedad en los 129 años que han transcurrido desde entonces. Hoy ya no se contemplan aquellas masas de obreros que salían de las fábricas después de trabajar horas y horas con sueldos de miseria que servían para enriquecer a unos patronos que vivían en un mundo diferenciado, no solo en lo económico sino también en el terreno social y cultural. Hoy vestimos todos igual, podemos frecuentar los mismos lugares de diversión y entretenimiento y acudir a las mismas escuelas y hospitales. Hoy ya no se producen aquellas huelgas en las que había que crear fondos de resistencia para que las familias de los obreros pudiesen sobrevivir a la penuria que llevaba consigo la larga duración de un paro que se hacía imprescindible si los padres trabajadores querían dar de comer a sus hijos. Hoy esas diferencias han desaparecido pero solo aparentemente.

Las disparidades entre el trabajo y el sueldo de unos y de otros siguen existiendo y, en muchos casos, aumentando. La crisis que se avecina creará 100 millones de pobres más en el planeta, al mismo tiempo que los escandalosos sueldos de los más poderosos seguirán creciendo de manera insultante para esa inmensa mayoría de trabajadores que hacen malabarismos para llegar a fin de mes.

Las protestas laborales, incluida la huelga, han quedado reservadas únicamente a los privilegiados que tienen un contrato indefinido, singularmente los que pertenecen a la Administración Pública. Los demás, en la mayoría de los casos, no se pueden permitir esos excesos si no quieren quedarse inmediatamente sin lo poco que tienen. Hay empresas, y bien cerca de nosotros, que no permiten entre sus trabajadores ni siquiera las actividades sindicales consagradas por nuestra Constitución.

La defensa de los avances sociales que creíamos plenamente consolidados es una de las prioridades de nuestra agenda política, ya que se encuentran en peligro ante la amenaza del liberalismo económico que concibe la enseñanza y la sanidad pública como meras redes de centros asistenciales para las familias que no tienen dinero para costearse unos servicios privados que, si no lo remediamos, volverán a ser reductos que ayuden a consolidar una clase dominante adaptada a los nuevos tiempos y que pretende decidir, conforme a sus conservadores valores, cómo ha de ser la vida de los demás.

El panorama internacional tampoco proporciona motivos para la esperanza ni mucho menos para el optimismo. Lo que está sucediendo en Francia, en Rusia o en Italia nos demuestra lo mucho que queda aún por hacer. El drama migratorio se quiere aprovechar como coartada para ahondar en las diferencias entre unas clases sociales y otras, así como entre los diferentes países.

En nuestro país, que ha quedado dentro de ese panorama general como un halo de esperanza de cara al futuro, las circunstancias parecen empeñadas en dejar a los socialistas como los únicos portadores de la antorcha de progreso y esperanza, ya que los demás partidos de izquierdas van desapareciendo o sucumbiendo ante las dificultades que pone esta sociedad a la creación de grupos que tienen la igualdad como referente normativo. España, de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, ha sido, en el período 2004-2008, el país occidental que más riqueza ha creado, pero también ha sido el que más ha incrementado las partidas destinadas a la cooperación con los países del tercer mundo.

El PSOE, por su capacidad de diálogo y por su denodada búsqueda del bienestar colectivo, se ha convertido en el único partido que, desde su nacimiento, ha participado en todos y cada uno de los consensos constitucionales, ayudando, con mucho esfuerzo y sacrificio, a la superación de los distintos regímenes no democráticos de nuestro país, como el de la dictadura de Franco. Aprobada con su apoyo la Constitución de 1978, el PSOE se ha distinguido en estos treinta años de democracia por su defensa de los derechos y las libertades de los ciudadanos. Desde entonces, los socialistas hemos gobernado durante 18 años el país y hemos cimentado, con nuestras políticas públicas, el Estado del bienestar. Han sido los gobiernos socialistas de Felipe González los que universalizaron la sanidad y las pensiones e hicieron obligatoria, gratuita y universal la educación. Fue el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero el que ha puesto en marcha el Sistema Nacional de la Dependencia.

El PSOE revalidó el pasado 9 de marzo, con el apoyo de 1431 ciudadanos de Valencia de Don Juan y de 5032 de nuestra comarca –el mejor resultado histórico del PSOE-, la confianza que le otorgaron hace cuatro años los españoles y se enfrenta en este momento al gran reto de culminar las políticas de igualdad y de progreso ya iniciadas. Esta noble tarea la debe realizar en una coyuntura difícil de la economía global, que se suma a la oposición por sistema a cualquier progreso social de una derecha, obstinada y montaraz, que no se resigna a estar fuera de unos resortes de poder que sigue considerando exclusivamente de su propiedad.

Y, en esas circunstancias, los trabajadores de Valencia de Don Juan tenemos la responsabilidad de estar al lado de nuestro partido y de nuestro Gobierno en todo momento y, de manera especial, en el que estamos viviendo ahora. No podemos dejar solo al Gobierno de España ni a nuestros dirigentes políticos. Tenemos que apoyarles y también debemos exigirles, al menos, dos cosas: que no se amilanen ante las dificultades y, sobre todo, que no caigan en la tentación de creer que ni los militantes ni los once millones de votantes que les hemos apoyado el 9 de marzo somos meros espectadores dentro de la escena política. Queremos participar en la lucha y no por un vano e ingenuo deseo de protagonismo sino porque estamos convencidos de que solo con la participación de todos podemos avanzar y conseguir nuevas metas dentro del camino de progreso que hemos iniciado. Y para hacer esas reivindicaciones ninguna fecha mejor que esta del PRIMERO DE MAYO que desde hace muchos años se ha convertido en la fiesta de la clase trabajadora.

Salud.

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