domingo, 30 de marzo de 2008

Sobre el «Himno de Coyanza» (I)

Una letra más que polémica
I
Releyendo antiguas hojas «Esla» me topé con un artículo de Bernardino Gago Pérez (en la imagen) publicado en el número 42, correspondiente al mes de agosto de 1985, bajo el título «En torno al Himno de Coyanza».

Bernar -así firma el texto- hace una crítica totalmente constructiva y racional hacia la letra del himno de Valencia de Don Juan, autoría de Teófilo García Fernández, si bien sería rápidamente reprobado por varias personas entre las cuales cabe citar, por publicar sus cartas en el mismo «Esla», a Manolo, Miguel Ángel Millán Abad, J. Antonio Pérez Perelétegui o Félix Salán Paniagua.

Veamos hoy el planteamiento que hace Bernardino Gago. Parte de una crítica formal al texto, no dudando "de las buenas intenciones, de la inspiración del poeta, henchido de fervor patrio" pero que a su entender escribió el himno "a vuela pluma", analizando que "la expresión, la forma dada al contenido, deja mucho que desear tanto en la ortografía como en la morfo-sintaxis, y de cuando en cuando en el léxico".

Pasa posteriormente a analizar una a una las estrofas pero, por la prudencia que le caracteriza, no aborda en este primer intento uno de los aspectos sin duda más reprochables del himno de don Teófilo, el ensalzamiento de la Guerra Civil, de la victoria del General Franco y de su régimen nacional-católico, que plasmó así:

Seguiste en la postrer Cruzada,
epopeya de titanes,
la estela siglos ha trazada,
por tus hijos inmortales.

Fué esta de jóvenes guía,
que pletóricos de ideales,
¡Antigua Coyanza mía!
evocan tus glorias raciales.

Consagrada ya oficialmente
al Rey inmortal de los siglos,
entonas con trova elocuente
el mejor de los tus himnos.

No olvidemos que , además de ser legítimamente quien ha quedado como autor de la primera Historia de Valencia de Don Juan, también don Teófilo fue un religioso que actuó como capellán castrense durante la citada contienda civil, óbviamente en el bando sublevado o franquista. Por si ello fuese poca evidencia de su exaltación al citado bando y a sus políticas nacional-católicas, en su libro publicado en 1948 lo explica sin tapujos (Apéndice II, pp. 377-380):

"Las estrofas siguientes (III y IV) cantan la gesta reciente de la guerra de liberación de 1936-1939, en la que nuestra villa, evocando sus glorias pasadas, ha hecho honor a su historia. Sus jóvenes hijos, henchidos de nobles ideales, siguiendo el ejemplo de sus mayores, han sabido mantener en alto el buen nombre de la patria chica, colocándola a la altura que demandaban las circunstancias, con lo cual han puesto de relieve que aún no han desaparecido de nuestro pueblo las virtudes de la raza"

"Ha tenido nuestra villa recientemente un rasgo de muy elevado exponente en el orden religioso y hasta en el orden político: su consagración oficial al Santísimo Corazón de Jesús, hecha el 18 de junio de 1939 por el Alcalde-Presidente, rodeado de la Corporación en Pleno, gesta gloriosa que sintetiza ella sola (puede decirse) toda su histórica grandeza. (...) Por esto, dado el carácter del himno oficial en el orden literario, el autor le ha cerrado con esta estrofa, que recoge este fausto y moderno acontecimiento de la historia de nuestra villa".

Cada cual tiene derecho a pensar como quiera. Por ello nunca jamás censuraremos la ideología nacional-católica de don Teófilo, obviamente para nada la compartimos, pero él pudo tener la que quiso -aun cuando los de su pensamiento no respetaran ni permitiesen el resto de ideales-. Pero sí podemos y debemos criticar esa ideología cuando la aplica a su obra histórica y a este himno que escribió de puño y letra en 1941, momento sin duda de euforia para los vencedores que como él se implicaron directamente en una guerra fraticida. La corporación de entonces también era presa del mismo fervor. Hoy, siete décadas después de aquellos acontecimientos, nada ni nadie, a mi juicio, puede justificar el mantenimiento de un himno oficial a todas luces fuera de la razón y de la Constitución. Por tanto consideramos que Bernardino tenía razón en pedir su sustitución, al igual que se hacía entonces con diversas calles de la localidad.

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